miradas

La revolución de King Kong

Alejandro Mañes

Alejandro Mañes

Pau Martínez y Gabi Ochoa, son los creadores y guionistas del documental, ‘La revolución de King Kong’, emitido hace unos días por, À Punt, con motivo del 45 aniversario de la falla King Kong. El documental, en el que tuve el placer de participar, repasa el significado de esta falla, hace ya más de cuatro décadas, marzo 1978, dos años y meses después de la muerte de Franco, como una de las muestras de la «Contracultura. Resistència, utopia i provocació a València», como recogió la exposición celebrada en el IVAM, y que Joan Carles Martí, interpretó, en estas mismas páginas de Levante-EMV, como una concepción alternativa del mundo de las fallas.

La personalidad de Joan Monleón, fue uno de los principales elementos dinamizadores de la falla, al idear la figura del «Marxador», en contraposición de los habituales «Paradores» de la época, caros y exclusivos, mientras el «Marxador», popular y abierto a la barriada, era gratuito, celebrado en plena calle y que reunía al anochecer a multitud de jóvenes que acudían para escuchar las actuaciones del propio Monleón, Merxe Banyuls i Pavesos, Al Tall, Lluís Miquel, y Sardineta, entre otros, y a alternar.

La falla King Kong, cuyo nombre alegórico del benefactor «monstruo», sustituyó al que pudiera haber correspondido, por donde estaba situada la falla, avenida Jacinto Benavente y reina Doña Germana, incluía la defensa del cierre de Cofrentes, el llit del Turia y el Saler per al poble, frente al desarrollismo de la época, y tuvo como mantenedor al sociólogo Josep Vicent Marqués, quien, en el propio llibret explicativo de la falla, cuestionaba, que el movimiento asociativo vecinal se separara del de las comisiones falleras, al perder las dos partes, la ironía de las reivindicaciones asociativas y el disfrute de la diversión.

Otro elemento renovador fue la recuperación en el citado llibret, con alma y portada de «comic», y dibujos de Sento, Micharmut y Manel Gimeno, de temas vinculados a la realidad social valenciana. Para empezar, Joan Fuster escribía, que los valencianos durante más de un siglo nos habíamos divertido plantando, viendo, y quemando fallas, pero que, por fin, habíamos descubierto que igualmente podíamos divertirnos cuestionando su propio sentido, siendo conscientes de las posibilidades que abría un fenómeno ciudadano de las características de las fallas. Fenómeno que en València tiene una estructura organizativa singular y popular, como en ninguna otra ciudad española.

En definitiva, un valioso esfuerzo en el que nos empeñó Julio Tormo, verdadero animador de la idea e impulsor de la misma, que hoy, al volver a observarla desde la distancia, 45 años más tarde, supone, como afirma Manolo Miralles, de Al Tall, en el propio documental, una ventana de aire fresco que se abría ante nuestros ojos, en un intento de aunar voluntades con el compromiso de superar, desde los barrios y las fallas, las contradicciones siempre latentes en la compleja realidad de nuestra València.

Y eso fue lo que King Kong se propuso cambiar, sin conseguirlo, del todo, pues solo duró tres años, pero sí que propició cambios en el mundo de las fallas, como se puede comprobar al observar la realidad actual de la indumentaria y la participación, con una ruptura con la época anterior, pasando del negro al color, del uniforme de los falleros al variado de torrentí y saragüells, de las bandas de tambores y trompetas, al tabalet i la dolçaina, y con una participación cada vez más democrática en la organización, lo que fue considerado por muchos como una revolución.