Análisis

La izquierda gana en buen rollo

Socialistas y Compromís bajan el diapasón de sus diferencias en precampaña sabedores de que deberán entenderse. Puig y Mazón sueñan con lograr ‘un Moreno Bonilla’, pero las estrategias de uno y otro sobre los pactos son dispares

Puig y Baldoví, en un acto en la Ribera

Puig y Baldoví, en un acto en la Ribera / PERALES IBORRA

Alfons Garcia

Alfons Garcia

La izquierda acabó la legislatura en Corts desnudando sus discrepancias y votando de manera diferente en varios asuntos (desde Azud a la prostitución). Dos semanas después, el clima de la precampaña es bien distinto. Al menos, de momento. PSPV y Compromís han comenzado carrera hacia las urnas sin poner el foco en aquello que les separa. Es más, los gestos han sido al contrario, de reencuentro en algún tema que los ha separado reiteradamente. El caso más claro es el del puerto de València.

La táctica de los socialistas en esta precampaña es la de la mayoría social, una mirada al centro, pero sin tensar los espacios de conflicto con los socios. En especial, con el mayoritario, Compromís. La relación con Podemos va por otras dinámicas: en lo externo está muy condicionada por la estrategia de la formación en Madrid. Esta bajada del diapasón con los aliados no es casual. En la dirección socialista la asumen como rasgo de coherencia, ya que son los partidos con los que ha gobernado y con los que tendrá que seguir haciéndolo, si los números dan, a partir del 28 de mayo.

En el fondo, socialistas y populares compiten por el sueño de Moreno Bonilla, salir sin presión y encontrarse con una mayoría suficiente para gobernar solo, pero eso, a día de hoy, es un sueño para ambos.

Por ahora, la estrategia para alcanzarlo es opuesta. El PSPV acabó las sesiones en Corts enfadado con los amigos de Gobierno y dejando advertencias de que el próximo Gobierno ya veríamos cómo sería, en referencia a si podían ir por su cuenta.

Pero Ximo Puig dio un giro al día siguiente, al sorprender con un movimiento en el puerto de València. Uno de los mensajes de la destitución del presidente de la institución durante los últimos ocho años, Aurelio Martínez, es de conciliación hacia Compromís. En ese importante rincón de la capital se han concentrado en los últimos años algunos grandes focos de tensión: la ampliación norte, la Marina y la zona de actividades logísticas (ZAL). NI siquiera la admisión a trámite en el Supremo del recurso del Consell contra la anulación de esta ha activado la máquina guerrera. El clima es otro. Juega también en ello que Compromís se presenta a la Generalitat con un candidato nuevo, Joan Baldoví, algo que siempre reduce vicios adquiridos.

El PP también sueña con gobernar solo. La meta de Carlos Mazón es una mayoría suficiente (no es lo mismo que absoluta) para formar ejecutivo sin la ultraderecha. Lo que los populares no precisan es dónde estaría el límite para hacerlo sin llegar a los 50 diputados que dan la absoluta. Según las encuestas, esa barrera está lejos y es en ese entendimiento obligatorio con Vox en el que hurga la izquierda.

La estrategia, de momento, del PP es la de apartarse de ese discurso y no querer saber nada de la extrema derecha ni de futuros acuerdos, aunque tampoco niega que los habrá, si son necesarios. Vox, por su parte, ya ha lanzado sus mensajes desde su centro de poder, Madrid: va ser más duro en los acuerdos a partir del 28 de mayo. Suena a bravata preelectoral a la vista de lo que ha sucedido hasta ahora. Pero, por ahora, que suenen los cuchillos. Como han sonado con Ciudadanos: lo que está pasando es una estrategia de fagocitación a las bravas y no un entente de asimilación. Pero Cs cuenta ya poco cuando se piensa en el día después del 28M.

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