Carta a la clase política

Estimadas Señorías,

Si me lo permiten, les voy a relatar una pequeña anécdota por si le sirve a la hora de encarar esta campaña electoral sin fin con algunos elementos más de análisis y así cuidar lo que afirman y prometen. Desde hace unos años, en la asignatura de filosofía de 1ºbachillerato realizo un proyecto, “Ideologías políticas, dictadura y democracia”. Les propongo varias actividades. La primera que se conviertan en corresponsales de un partido político, que lo sigan y analicen sus iniciativas y propuestas. Les invito siempre a que elijan el que peor les caiga, al que no votarían, para que salgan de su zona de confort política y experimenten que una cosa es lo que los medios dicen de los partidos y lo que los partidos proponen realmente. La experiencia es positiva, se sorprenden de lo que ignoran y así aprenden a no enrocarse. Así van conformando un espíritu crítico, uno de los fundamentos de todo proceder filosófico. Leemos Castellio contra Calvino de Stefan Zweig, ensayo sobre el proceder y los mecanismos de todo sistema dictatorial con un análisis psicológico de la ciudadanía que va asumiendo en silencio la tiranía. Vemos discursos políticos que han cambiado la historia, desde El triunfo de la voluntad de Hitler de 1935 ante la cúpula de su partido, poniendo sobre la mesa sus planes para adoctrinar a Alemania entera y exterminar cualquier voz disidente, a Luther King con su I have a dream, canto a la diversidad, la diferencia y la fraternidad. El proyecto lo finalizamos con una encuesta política en la calle preguntando por la situación política, a quién piensa votar, qué problemas deberían ser prioritarios… La encuesta se graba, siempre con el consentimiento del entrevistado, y lo escuchamos en clase para analizarlo. Escribimos en la pizarra los temas y las palabras que más se repiten y es aquí donde quería llegar. Tomen nota: desastre, decepción, indignación, mentirosos, corrupción, derecha-izquierda, psicosis, ego, desilusión, engaño, pluralidad, sanidad y educación. Se hicieron alrededor de cincuenta entrevistas y el 90% de ellas reflejaban cansancio y hartazgo hacia sus señorías. Simplemente constataba que ustedes son considerados como uno de los primeros cinco problemas que los españoles señalan año tras año de forma invariable.

No les voy a esconder que algunas actitudes de ustedes se merecen eso y más. Ahora bien, decir que todos los políticos roban, sentir de una parte importante de la calle, tiene el mismo valor de verdad que la afirmación, por ejemplo, de que la juventud está perdida o que los valencianos somos beninfots. Son generalizaciones, nada más. En 2017 en España había 1.378 políticos imputados y sólo 87 estaban presos y a día de hoy la cifra se mantiene sin mucha variación. Si hacemos caso a los datos oficiales del Ministerio de Política Territorial y Función Pública, tenemos cerca de 73.197 cargos políticos elegidos por la ciudadanía española. El porcentaje de corrupción política en España viene a ser alrededor del 2%. No es para sacar pecho ni para decir que estamos gobernados por demonios. Pero debemos ser conscientes de ciertas realidades que no se dicen, se pasa de puntillas por ellas magnificando hechos y realidades que no lo son. Es más, a mi juicio, la sociedad ha encontrado el chivo expiatorio en ustedes para señalarles como la causa primera de todos los males existentes. En cambio, deben considerarse dos argumentos. El primero, la clase política surge de la misma sociedad que echa pestes de ustedes. Que yo sepa no vienen de Marte, ¿verdad? El segundo, la corrupción, antes y ahora, no es un fenómeno únicamente político, sino humano. Ojalá fuera solamente un tema de naturaleza política.

Soy consciente de que hoy dedicarse a la política no es fácil. Se les considera inmaculados, entes perfectos, exentos del error y la equivocación, con un micro 24 horas del día, destacando solamente los patinajes diarios que cometen. Se les averigua hasta el color de la ropa íntima y su persecución es letal. Muy poco se habla del efecto de la vida política en la familia. En cambio, la política es una de las mayores vocaciones de servicio público que existen. Lean La República de Platón o el libro V de la Ética a Nicómaco de Aristóteles en el que se analiza la justicia como la mayor virtud y fundamento y motor para toda acción política. Ahí va, por tanto, mi agradecimiento, mi defensa y mi reconocimiento de lo que hacen. Ahora bien, no confundan su trabajo con la tómbola. La política es algo más que la letra de la canción de Mari Sol. ¿La recuerdan? Estoy seguro que una parte del hartazgo hacia sus señorías viene en que, por desgracia y en más de una ocasión, nos toman por imbéciles. Saben que esta palabra no es despectiva, muestra, por el contrario, una realidad y es que creen que somos tontos, que no somos suficientes y necesitamos de ustedes, como si fueran nuestro bastón sin el cual no pudiésemos vivir. Eso denota la palabra imbécil. Detrás de ello configuran en muchas iniciativas y medidas una sociedad dependiente de papá y mamá Estado para subsistir. De pronto, emiten ocurrencias como si fuesen los primeros en descubrirlos. Entiendan de una vez que la realidad está antes que ustedes, no inventen problemas de donde no los hay y legislen desde el diálogo y el encuentro. ¿Tan difícil es? ¿Cómo es posible que ahora, a pocos días de las elecciones, se concentren en el tema de la vivienda cuando estamos, paradójicamente, al final de la legislatura?

Todos tenían medidas, lo dijeron ya, claro, unos dicen que el Gobierno copia a la oposición y a la inversa. Hasta hace nada sólo se hablaba de ayudas al alquiler, nada más, como si en España sólo se alquilara. ¿En qué mundo viven? ¿Qué hace un año no era este tema de prioridad nacional y no se dijo nada salvo Podemos que ha insistido en el tema del alquiler como uno de sus temas estrella? ¿Por qué no se produce un pacto nacional por la vivienda, y no cuatro medidas de copia y pega, sobre la compra venta como viene insistiéndole el PP desde hace tiempo y que el Gobierno rechazaba hasta hace un mes por ser el partido principal de la oposición con el consecuente enfado de Podemos por no hablar sólo del alquiler? ¿Por qué en el momento que estoy escribiendo estas líneas el Gobierno aprueba, sin acuerdo y diálogo alguno, un tema tan importante como las ayudas al campo a raíz de la sequía? ¿No merece el tema del agua y su gestión como el cambio climático acuerdos de Estado? ¿Por qué ahora? ¿Qué el campo sólo sufre en campaña electoral? El problema es que después de las elecciones, ¿qué? La política poco tiene que ver con el tarot, con los dados o el bingo. Se requieren de ideas precisas que transformen la realidad cotidiana de las personas. El electorado de hoy no es el mismo que el de hace 20 años. Cada vez hay menos voto fijo y el pueblo es más inteligente de lo que ustedes piensan. Ojalá que algún día podamos concebir la política y a sus actores como una manifestación y seña de coherencia, humildad y trabajo. De ustedes depende, y de nosotros, claro.