Diario de campaña

Votar en tiempos de niebla

Carteles en campaña electoral

Carteles en campaña electoral

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Se acabó. Día final. Pienso en aquella frase que la mujer de un campeón de ajedrez dijo a un joven Gary Kasparov la noche de su primera gran corona mundial: «Disfruta del momento. Los días más felices de tu vida ya han pasado». Disfruten, candidatos, asesores, gurús y demás analistas, de estas últimas horas de incertidumbre y sosiego. Lo que se les viene encima es una gran responsabilidad queden como queden, más allá de derrotas y victorias, de índices de popularidad y de refriegas partidistas. Hay gente que a partir de este domingo habrá depositado su confianza en ustedes para mejorar los problemas. Es para tomárselo en serio.

¿Qué pasará? Llega un momento en que lo que quieres, sobre todo, es que pase algo, sea lo que sea. Que la gente decida, aunque en esa categoría no entren muchos extranjeros que llevan años aquí. El voto es una segunda frontera muy poco conocida.

¿Qué pasará? Es la pregunta que más me han hecho en los últimos días y de la que intento escabullirme una vez más. Padezco de cataratas si se trata de atisbar el futuro. Decía Rodríguez Zapatero esta semana en València que, por su experiencia, el principal sensor de por dónde van a ir los tiros en una noche electoral es el balance de gestión del gobernante, más que la proyección de resultados que dan las encuestas. Ese indicador es muy favorable, en todos los sondeos, a Ximo Puig y al Consell de izquierdas. Puede pensarse que el expresidente, optimista genético, barre para el amigo y compañero de partido. Pero la lógica dice que ese funcionamiento debería ser el natural: apoyar a aquel candidato cuyo trabajo valoras.

No obstante, uno de los rasgos de esta sociedad hiperdigitalizada, hiperconectada y en sobreexcitación perpetua es romper a menudo las lógicas de pensamiento y dejarse llevar por otras fuerzas. Veremos en unas horas si la razón que ha funcionado hasta ahora continúa siendo un valor firme o si entramos en escenarios nuevos en los que la ciudadanía impone un cambio a pesar de no estar (en su mayoría) descontenta con sus gobernantes más cercanos.

Tiene que ver con este mundo de hoy en continua fuga de sí mismo, esta realidad huidiza a causa de la sucesión imparable de impactos informativos. Los europeos pasamos de ser mano de obra artesanal e industrial a, sobre todo, consumidores, siempre bajo el paraguas de la alianza entre economía de mercado y democracia, salvo paréntesis trágicos en algunos rincones. Hoy, sin embargo, el rasgo que empieza a sobresalir más de la condición humana es el de ser fuente de suministro de datos digitales. Está por ver en el futuro inminente la relación con la democracia de los grandes emporios tecnológicos que viven de los datos, pero todo indica que esa dialéctica va a ser capital en los próximos años, porque ya ha habido casos de contaminación. Lo de Cambridge Analytica sobrevuela ya en cualquier campaña. La influencia que pudo tener en la victoria de Donald Trump en 2016 gracias a los manejos de Steve Bannon es una amenaza silenciosa sobre cualquier proceso electoral.

Lo desconocido produce por lo general temor, pero el progreso es la victoria sobre el fatalismo. Aquí y ahora, ha llegado el momento de decidir y ese es un valor que no deberíamos menospreciar. Cómo voy a olvidarme de lo que importa si nací cuando esto era una dictadura y la ideología era motivo de persecución. Casi cincuenta años después, es normal que lo normal (la libertad y la democracia) parezca no solo normal, sino irrelevante. Pero para evitar pasos en falso, incluso alguno hacia atrás, vayan y voten este domingo, a quien les dé la gana. O no, no vayan a los colegios si no quieren. Que cada uno haga lo que le plazca. Pero sin olvidar que esa decisión tan liviana ha costado muchos esfuerzos y, por desgracia, bastante sangre.

Este camino se ha acabado, pero vendrán otros. Candidatos, asesores, periodistas, después del 28 de mayo vendrá un 29 y en un santiamén estaremos otra vez dando vueltas a unas elecciones, así que no se crean tan importantes cuando ganen o pierdan. Piensen en la responsabilidad con la que van a cargar a partir del lunes y verán como euforias y llantos se relativizan. Los importantes no son ustedes, ni sus partidos. Los importantes son quienes les habrán votado. Por si alguien pierde el norte.

Este camino se ha acabado. Vendrán otros que aún están por soñar. Es momento de cerrar este diario de campaña. Disculpen si a veces ha mirado más hacia dentro que hacia fuera y disculpen si no ha aportado suficiente luz clara en un momento histórico de niebla.

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