Tribuna

De la educación de los hombres, adolescentes, jóvenes y adultos. Contra el negacionismo

Charo Altable Vicario

Charo Altable Vicario

España se ha fijado como objetivo, en la presidencia europea, impulsar una directiva para combatir la violencia contra las mujeres. España cuenta con unas leyes contra la violencia machista que van más allá de esta directiva, pero existen, sin embargo, unos parlamentarios ultraconservadores que niegan esta violencia, a pesar de que no hay semana en la que no haya una mujer asesinada, golpeada, acuchillada, quemada, ahogada, lanzada por un balcón o hecha pedazos. Se suma a esto el ciberacoso sexual, fundamentalmente sobre las mujeres jóvenes, con el consiguiente desequilibrio emocional, aislamiento, depresión, ansiedad y vergüenza, con consecuencias para la salud mental de las mujeres. Añadamos las manadas que acosan y violan a adolescentes y jóvenes, en algunos casos compañeras de estudios, el abuso sexual y violación a través de los pinchazos sedantes en discotecas, por no hablar de los insultos y desprecios si las mujeres no se atienen a las normas establecidas por ellos.

Sin embargo, esta violencia machista es negada por ultraconservadores y difundida en varias redes misóginas, como la manosfera, visitadas por adolescentes y jóvenes de institutos que, cada vez con más frecuencia, niegan la existencia de la violencia machista, imitando lo que ven en las redes.

¿Cómo es posible que esta realidad, investigada y hecha patente en cifras, sea negada? ¿A qué responde este negacionismo?

El negacionismo ha sido estudiado en psicología como un mecanismo de defensa que nos da tranquilidad ante algo que nos molesta e inquieta personal y/o colectivamente. Algunos sectores de población negaron la pandemia, otros el cambio climático y otros la violencia machista, porque es mejor negarlo que hacerse partícipes de un problema que interpela y hace responsables a toda la población, y especialmente a los hombres, que son los principales agentes, aunque se habla más de las víctimas. ¿Pero quién se ocupa de los agentes de la violencia, haciéndose responsables de otra socialización y educación no patriarcal?

Este grave problema ha sido normalizado a través de siglos de violencia patriarcal. Sólo el feminismo lo ha puesto en evidencia, investigándolo, denunciándolo y aportando propuestas de solución globales, educativas, sanitarias, legislativas …etc.

Todas las formas de violencia machista tienen un objetivo, inculcar el miedo y la obediencia de las mujeres a los deseos de los varones. No quieren que cambien. Pero las mujeres estamos cambiando cada vez que decimos ¡No! a los hombres, instituciones o gobiernos que no nos respetan ni escuchan nuestras propuestas de relaciones de igualdad en todos los ámbitos sociales y privados. Queremos compartir la vida en igualdad, sin relaciones de dominio, poniendo la vida y los cuidados en el centro. Esto no es un asunto privado, o intrafamiliar, es de salud pública y responsabilidad de toda la ciudadanía. Pero si no se ejerce esta responsabilidad colectiva, viéndolo fundamentalmente como un problema que sufren las mujeres y se olvida que el mayor problema está en los agentes de la violencia y en la manera sexista de enfocar las relaciones, no habrá una verdadera solución. No es de extrañar entonces el rebote de muchos chicos y su manera agresiva de responder a los cambios que están dando sus compañeras. Algunos institutos, referente en coeducación, están afrontando el tema de los chicos, separándoles en otro espacio y escuchando su malestar y desorientación ante los cambios de las chicas, sin tratar de dar lecciones morales, pero sí trabajando día a día, viendo que gran parte de la solución está en los chicos, que han de contrarrestar su socialización patriarcal y violenta, hablando y compartiendo entre ellos sus malestares para dar pasos hacia una nueva manera de construirse como hombres.

Es responsabilidad de los gobiernos dar solución a este grave problema, poniendo todos los medios educativos, sanitarios, deportivos, culturales y de comunicación, para educar a los hombres en la adquisición de una masculinidad sin violencia, que respete a las mujeres.

Frente a la violencia machista las mujeres hemos puesto en común nuestros malestares, sacando fuerza para transformar nuestras vidas y vivirlas con dignidad, libres de violencia, colocándonos como sujetos en primera persona, no sujetas a la decisión o deseo de ningún varón. La violencia machista es un gran síntoma del malestar de nuestra cultura, de los cuerpos, de las relaciones, los afectos y la sexualidad. Necesitamos acciones transformadoras que sensibilicen a toda la ciudadanía. La coeducación y especialmente la coeducación emocional y sexual constituyen la mayor prevención de la violencia, porque es lo más opuesto a la educación pornográfica, al aportar elementos transformadores de una nueva socialización para hombres y mujeres, en la que puedan resolver los conflictos sin violencia y establecer relaciones igualitarias, libres y gozosas, cuidándose mutuamente. Necesitamos referentes nuevos de hombres y mujeres para establecer la igualdad. Esto supone un gran reto y un largo proceso, con una gran formación del profesorado en todos los ciclos de la enseñanza. ¿Para cuándo?