Viento albornés

Sumar y Compromís: a la valenciana

F. Javier Casado

F. Javier Casado

Dedicamos buena parte del texto de este Viento Albornés -que tanto alivia el duro estío electoral- el 27 de junio último a describir Sumar, la formación y coalición encabezada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, al constituir la mayor novedad, con permiso de la señora Olona que presenta listas por València y Alicante, de los próximos comicios generales respecto a los recientes municipales y autonómicos, y sus antecedentes políticos en la Izquierda Plural de 2011 encabezada por Izquierda Unida y las posteriores combinaciones abanderadas por Podemos. Ahora bien, acercando el foco hacia el País Valencià, donde ahora Sumar se presenta, como Compromís-Sumar: la teua veu, y tiene como cabeza de lista por València a la secretaria general de Més Compromís, antiguo Bloc Nacionalista Valencià, uno de los partidos integrantes de la coalición. Pero el término Compromís nos retrotrae tres lustros, pues la vocación de suma es anterior en el PV.

Nos pareció ilusionada la tribuna que en Levante-EMV dedicó a Sumar el ex alcalde Joan Ribó el pasado 13 de junio y su apuesta por hacer un gobierno progresista en el reino de España, pero nos extrañó que pusiese como titular «una experiència inèdita», pues los intentos por agruparse de los partidos a la izquierda del PSOE son un clásico y en el PV especialmente. Sirva recordar ese primer Compromís, el de las autonómicas de 2007, que agrupaba como socios principales a Esquerra Unida PV-IU y al Bloc, pero también a otros como Izquierda Republicana del PV (el partido del presidente Azaña y el rector Peset), que en 2011 se sumó a IU-EUPV, o dos partidos ecologistas. Y sin retroceder tanto, en 2015, en unas generales, Podem-Podemos y Compromís se presentaron juntos con És el Moment, que al repetirse en 2016 se amplió hasta EUPV-IU y se denominó A la valenciana, con buen resultado en sufragios. La suma hoy era inexcusable, pues el 28M demostró que se puede perder mucho por pocos votos, con el PV como centro de atención, y que el «cambio» felipista de Carlos Mazón llevaba, sin dudas o dilaciones ni medias tintas, aparejado el mazo-yunque de Vox, pues poner a una persona de Hazteoir como segunda autoridad autonómica en las Corts es una humillación contra un 46% de la ciudadanía que votó opciones radicalmente contrarias a esas posturas que ocuparon el último lugar de la cámara en las elecciones. El Partido Popular sigue presentándose como ganador y se ha limitado a fagocitar al electorado de Ciudadanos -no sabemos cuántos abandonarán el barco al conocer este nuevo socio-, sin evitar que Vox creciera. También el PSPV de Ximo Puig tuvo un excelente avance. Muchos nos preguntamos si para llegar a un Compromís-Sumar un mes después, como tantas veces, no debió hacerse antes y quizá no se habría agostado la fragancia botánica.

Y hablando de verano y elecciones, a causa del malvado presidente socialista Pedro Sánchez, hemos visto en los papeles que el patrón Antonio Garamendi, ministrable, no tiene problema por convocar la directiva de la CEOE un ¡19 de julio! para aprobar eliminar la limitación de mandatos a su presidencial persona. Otra muestra de un PP inconsistente que ya no sube en las encuestas, mientras Vox baja, que nos propone un programa-índice sin precisión alguna, sin atreverse a confrontaciones televisivas y sin desvelar al autor de esos planes económicos que nadie conoce, o sus políticas europeas cuando España preside ahora la UE; aunque tememos que sean lo de siempre: privatizar las ganancias públicas y socializar los gastos. En fin, el panorama electoral presenta bloques igualados y mucha indecisión aún, pero el acto de Núñez Feijóo con foto de Moncloa detrás es prematuro; la chulapería se pega y paga. El presidente Sánchez tiene «sietevidas» y la vicepresidenta Yolanda Díaz sabe unir fuerzas izquierdas centrípetas y centrífugas cuando la ocasión lo requiere, y santa demoscopia lo recoge sobre ambos: suben. La economía: mejorando, gracias.