Hoja de calendario

La culpa no es del Rey

Antonio Papell

Antonio Papell

Una de las quejas más frecuentes de la opinión pública contra el sistema es la de que la clase política consume un tiempo infinito en deliberar sobre sí misma y en organizar su intendencia mientras el país padece infinitas dificultades y ha de enfrentarse a graves retos para remontar definitivamente las diversas crisis que nos preceden. Y de todos es sabido que, tras las elecciones del 23 de julio, ha comenzado un impasse que puede alargarse varios meses. Si hubiera que repetir las elecciones, la consulta no se celebraría hasta mediados de enero. Y en todo caso, la voluntad de Feijóo de presentarse a la investidura, totalmente legítima pero en absoluto realista, retrasa el desenlace de este proceso, que muy probablemente concluirá con la ajustada investidura de Sánchez después de que fracase la del candidato conservador.

Como era previsible, las primeras gestiones de Feijóo no han dado resultado. El PSOE ha tenido ocasión de ironizar ante el ruego pintoresco de Feijóo a Sánchez de que le conceda respaldo parlamentario para derogar el sanchismo en dos años. El PNV no tiene, evidentemente, nada que hablar con un partido que detesta el concierto económico y que se alía con un partido que quiere regresar al uniformismo centralista del franquismo. Y difícilmente Junts hablará siquiera con una formación en la que milita Fernández Díaz y no protesta cuando su socio Vox demanda un 155 preventivo para embridar al nacionalismo.

Feijóo estaría a tiempo todavía de evitar marear la perdiz durante varias semanas si renunciase a la investidura. Porque la culpa de que el jefe del Estado le haya nominado en primer lugar no es de Felipe VI sino de las formaciones que no han acudido a la ronda de consultas, por lo que el monarca no ha tenido más remedio que atenerse al único dato objetivo que posee: la victoria del PP el 23 de julio y el respaldo de Vox. Ahora Feijóo ha de afrontar esta cruda responsabilidad que él mismo se ha creado.