la columna

Del bienestar al malestar, un trecho corto

Gustavo Zaragoza

Gustavo Zaragoza

La distancia más corta entre dos realidades opuestas no siempre es la línea recta, más bien tiene que ver con la manipulación, la mentira y la utilización torticera de la realidad.

Durante toda la mitad del siglo pasado, los europeos nos hemos empeñado en construir un potente entramado de bienestar, resultado del despliegue de estructuras institucionales en materia sanitaria, educativa, de pensiones y cuidados asistenciales. El balance hasta ahora ha sido positivo, lo sigue siendo, no se trata de una opinión son datos constatados. Todos los informes reflejan que hemos alcanzado una muestra de lo que debía ser la meta de ese viaje hacia una Ítaca inalcanzable en la que encontrar una sociedad más justa y equitativa. Mientras tanto, en el camino, hemos visitado puertos nunca antes encontrados, como la longevidad, la desaparición de la mortalidad infantil y la erradicación del analfabetismo, entre otros. Sin duda nos hemos hecho más sabios, colectivamente somos mucho más interesantes que lo fuimos en los primeros años del pasado siglo, disfrutamos de condiciones de vida que apenas cien años antes no podían ser ni siguiera soñadas.

Pero también nos hemos detenido, en este largo viaje, en otros territorios habitados por monstruos, ciclopes, y demonios difíciles de controlar que nos han impedido el avance y en ocasiones nos han hecho retrasar y perder algunos de los avances ya logrados, siempre utilizando la mentira, y la deslegitimación de los alcances, poniendo en cuestión el cumplimiento de los derechos que las leyes nos otorgan. Con el final del verano comienza una legislatura nueva, en la que han cambiado las manos que llevan el timón de gran parte de las políticas sociales. Es indispensable estar atentos, muy atentos, es mucho lo que tenemos en juego, ya que los cantos de sirena, las tentaciones de cambiar el puerto de destino, o simplemente la falta de habilidad y pericia a la hora de tomar decisiones nos pueden situar en mitad de una tormenta en la que nos alejemos de la meta que pretendemos alcanzar. La responsabilidad que tenemos los ciudadanos consiste en ejercer un papel vigilante para detectar la más mínima intención de virar el rumbo. Este aviso a navegantes, debe servir para que aquellos que tienen la responsabilidad de patronear, nos muestren claramente, que aprovechan el viento de cola que ofrece el marco legislativo, para apurar al máximo cuantas medidas conduzcan a mejorar la calidad de vida del conjunto de los ciudadanos, sin exclusiones.