la columna

Longevidad divino tesoro

Gustavo Zaragoza

Gustavo Zaragoza

Durante gran parte del siglo pasado, especialmente en su primera mitad, era habitual que cuando una persona mayor se encontraba con un joven sus palabras de bienvenida eran algo así como «juventud divino tesoro». A continuación, alertaban acerca de la velocidad a la que desaparecía ese periodo de la vida y recomendaban disfrutarla pues pasaría pronto. Una gran dosis de sabiduría había en esas aseveraciones, ya que cualquiera que haya sobrepasado el medio siglo de vida, es consciente de la forma tan rápida como, sin avisar, desaparece la juventud dejando un cierto poso de desconcierto y extrañeza acerca de la fugacidad del tiempo pasado.

En los años noventa se hizo muy popular el acrónimo JASP, «Joven, Aunque Sobradamente Preparado». Su popularidad llevó a la creación del neologismo «generación JASP» para referirse al conjunto de jóvenes más y mejor formada de la historia de España. De alguna manera, hacía referencia a un cambio estructural de la sociedad en la que entraba con fuerza un colectivo con mayor cualificación que sus antecesores y lo hacían con una tarjeta de presentación en la que primaba. sobre todo, la condición de juventud, algo que pasó a tener un valor social del que anteriormente carecía. Estábamos frente a un gran cambio, los más jóvenes tenían la oportunidad de ocupar espacios en las zonas más relevantes de la sociedad, y trasladaba la imagen de un mundo ideal en el que primaba todo aquello que caracterizaba a esa etapa de la vida, vigor, belleza, salud…, ignorando el resto de franjas etarias.

En la actualidad, por vez primera en la historia, la pirámide poblacional nos señala como un fenómeno emergente, la tendencia imparable de crecimiento de las personas mayores. En los países más desarrollados se encuentran por encima del veinte por ciento de la población total, y además, disponen de mayor capacidad adquisitiva que generaciones anteriores, gozan de una salud nada comparable a la de sus homólogos del siglo pasado y están adquiriendo una gran capacidad de influencia social y política.

La longevidad está configurando una sociedad nueva, con una distribución etaria mucho más democrática que en momentos anteriores y enormes posibilidades de aprovechar y disfrutar todos los tramos vitales, especialmente el de los mayores, que hasta hace bien poco resultaban meros espectadores que únicamente puntuaban como una carga. Ahora se han convertido en un grupo de consumidores de gran impacto en el mercado, son agentes activos que pueden aportar su experiencia y capacidad como un elemento positivo a la sociedad, mediante el desarrollo de proyectos intergeneracionales de trasferencia del conocimiento, y esto se produce mientras gozan de una calidad de vida con enormes posibilidades de disfrute.

De manera que bienvenidos estos cambios que han llegado para quedarse, aprovechemos la oportunidad que significa esta revolución que nos afecta a todos pero que requiere un cambio en las políticas públicas, de manera que permitan alcanzar todas las posibilidades que ofrece la longevidad como ese autentico tesoro que, sin duda, es.