El triangulo

Fonda Milagros

Ángela Labordeta

Ángela Labordeta

El domingo amanecimos con la terrible noticia del incendio en las discotecas Fonda Milagros y Teatre de Murcia. Imágenes desoladoras, testimonios que provocaban un infinito dolor y que quedaron resumidos en ese mensaje que una muchacha manda a su madre: «mami, la amo; voy a morir». Ella es una de las trece personas que han perdido la vida en esa noche que comenzó en fiesta y terminó en tragedia y de la que solo nos queda el amargo sabor de saber que esas cosas suceden, muy de vez en cuando, pero suceden y cuando lo hacen normalmente hay algún tipo de negligencia por parte de los propietarios o de la administración.

En el caso de las discotecas de Murcia se produce una situación muy delicada, ya que sobre Fonda Milagros pesaba una orden de cese de actividad desde enero de 2022, lo cual no es del todo cierto porque, según palabras del teniente alcalde y concejal de Planificación Urbanística del Ayuntamiento de Murcia, Antonio Navarro, «la Fonda no ha existido nunca administrativamente». ¿Y si eso es así, por qué ese local estaba abierto y acogía a cientos de personas? El expediente, y así lo ratificó el señor Navarro, señala que solo existe un local, cuyo propietario es la empresa Teatre SL, que tenía una licencia de apertura como discoteca con cocina desde diciembre de 2008. El 27 de junio de 2019 esta empresa solicita una modificación de su licencia de actividad para crear dos locales: Teatre, por un lado, y Fonda Milagros, por otro; dicha tramitación acaba el 10 de enero de 2022 y la administración ordena «el cese de la actividad al tratarse de una modificación sustancial». El 8 de marzo de ese mismo año la empresa presenta un nuevo proyecto y solicita la licencia para los dos locales. Actualmente dicho proyecto está en tramitación y no se ha concluido, por lo que cabe suponer que sobre ambos espacios pesa la orden de cierre dictada en enero de 2022 y razón por la que Fonda Milagros nunca ha existido administrativamente y sin embargo ha sido el lugar en el que 13 personas murieron mientras las llamas lo consumían todo.

Ahora, con la incomprensible sensación de que todo este dolor se podía haber evitado, comenzará el largo camino para saber quién tuvo alguna responsabilidad por la muerte de esas personas en un local que no existía administrativamente y que sin embargo se anunciaba en redes sociales y toda Murcia sabía de su existencia. Unos dirán una cosa; otros otra, pero nadie acallara esa voz que dice adiós desde el umbral de la muerte.