Miradas

Derrapar en igualdad

El gran movimiento de Carlos Mazón en materia de igualdad ha sido situar a Susana Camarero al frente de igualdad

La vicepresidenta segunda, Susana Camarero, interviene en las Corts

La vicepresidenta segunda, Susana Camarero, interviene en las Corts / José Cuéllar/Corts

Julia Ruiz

Julia Ruiz

El camino hacia la igualdad efectiva de mujeres y hombres no ha sido fácil ni ha transcurrido en línea recta. Grandes avances han desembocado en periodos de estancamiento, en vaivenes e incluso, en retrocesos. Lo sabe muy bien el movimiento feminista y de ahí que esté en alerta máxima. En la Comunitat Valenciana, con el nuevo Consell surgido de las urnas, se avecinan curvas. Más bien, ya están aquí. En apenas cien días del pacto PP-Vox, algunos consensos básicos, como el referido a la violencia machista, se han roto. La fractura es un drama, pero era esperable con la llegada al poder de la ultraderecha. Era ingenuo confiar en la conversión de quienes practican el negacionismo y deliran al hablar de una supuesta ideología de género que somete y humilla a los hombres.

La guerra de las pancartas, el discurso de la confusión y el embrollo a costa de las mujeres ya ha llegado y nada invita a pensar que esta situación se reconduzca. Irá a más ya que la ultraderecha tendrá cada vez más necesidad de significarse, de no quedar desdibujada. El foco, pues, no debería ponerse ahí. Es una batalla perdida. Ahora bien, dar a Vox por perdido no debería significar sucumbir a su discurso o blanquearlo. Es curioso cómo tan fácilmente algunas instituciones han asumido con una normalidad pasmosa el uso sexista y absurdo del lenguaje que defiende Vox al, por ejemplo, dirigirse a la presidenta de les Corts como señora presidente.

En este Gobierno a dos la clave está en los populares, en comprobar si en ellos habrá la convicción, el compromiso, e incluso la habilidad suficiente para que las políticas para luchar contra la desigualdad no sean las grandes sacrificadas. El PP sabe que en el pecado lleva la penitencia y de ahí que tendrá que esforzarse mucho para no acabar atrapado en un bucle infinito de provocaciones y dimes y diretes que conviertan en un circo las políticas de igualdad.

Más allá de los guiños (el nombramiento de la primera mujer al frente de Hacienda o un Consell paritario), el gran movimiento estratégico de Carlos Mazón en materia de igualdad ha sido situar a Susana Camarero al frente del negociado. La vicepresidenta conoce el terreno que pisa (en el que las palabras sí importan) y cuenta con una trayectoria que, al menos sobre el papel, la ponen mucho más en sintonía con el movimiento feminista que con quienes comparte bancada de gobierno. El reto, sin embargo, es enorme porque el Consell actúa de forma colegiada y está por ver si el PP está dispuesto a tensar la cuerda con sus socios a la hora de afrontar las muchas asignaturas pendientes: la aprobación de una nueva ley de igualdad, las iniciativas para luchar contra la prostitución, etc.

La primera prueba de fuego se antoja complicada. Se acerca el 25N, día internacional contra la violencia de género y está por ver cómo abordará el Consell los actos institucionales. Pero, sobre todo, la reedición del Pacto valenciano contra la violencia de género, un acuerdo con medidas concretas que en su día reunió a la sociedad valenciana. Vox carecía entonces de representación parlamentaria, lo que permitió un acuerdo sin estruendo, pero ahora no sólo está en las Corts, sino que tiene tres sillas en los plenos del Consell. Visto lo ocurrido la semana pasada en la Cámara (el PP apoyó la propuesta socialista para reeditar el pacto con el rechazo de Vox) no sería descartable que Camarero opte por sacar estas negociaciones del ámbito del Ejecutivo para derivarlas a las Corts a imagen y semejanza del pacto estatal contra la violencia de género en el que ella misma participó. Este movimiento le permitiría mantener al Consell a salvo del rifirrafe, pero, eso sí, a costa de trasladarlo a las Corts (donde todo se amplifica) y perder el control de la negociación. En todo caso, y conforme ha arrancado la legislatura (con Vox suelto y sin bozal) en el horizonte sólo se divisan curvas. Solo queda esperar no derrapar en exceso y evitar así que la igualdad se quede en la cuneta por tiempo indefinido.