Ni bicis, ni coches, más para los peatones

El nuevo plan de movilidad del centro olvida a los viandantes

Ni bicis, ni coches, más para los peatones

Ni bicis, ni coches, más para los peatones

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

La movilidad urbana tendrá éxito cuando sea pactada por una amplia mayoría. Que el afamado Giuseppe Grezzi impusiera su particular criterio bajo un falso paraguas de participación ciudadana, no quiere decir que el plan de Jesús Carbonell, con más conocimiento que el de Compromís, tenga el mismo defecto: ordeno y mando. Ni la bicicleta, ni el vehículo privado, deben ser la base de la movilidad de una gran ciudad sostenible. Debe ser una eficiente red de transporte público, con una frecuencia de paso inferior a los cinco minutos, el que lo condicione todo, y eso tampoco se da en los nuevos cambios que se van a ejecutar antes de Navidad. Siendo cierto que el PP anunció en campaña que eliminaría uno de los dos carriles bus de Colón, se esperaba un plan más ambicioso que convenciera incluso a los miles de vecinos que pierden tiempo y dinero yendo en coche al centro.

EMT en la plaza.

No discuto la nueva parada de autobuses urbanos frente al Rialto, el problema es si todavía somos capaces de articular un proyecto definitivo para esa plaza mayor que nos ha tocado en suerte. Confieso que me he perdido y ya no sé si vamos a recuperar la mítica tortà de Goerlich donde estaba el mercado de las flores, si al actual secarral se le añadirá alguna sombra botánica, o si la explanada debajo de la estatua de Vinatea será un escenario acotado para mascotas comerciales. O si habrá más terrazas o menos, con elementos similares a los cafés parisinos, o con sombrillas playeras de marcas de cerveza, como en los chiringuitos del paseo marítimo. O si además de la nueva marquesina de la EMT, se va a crear otro carril para acceso prioritario de cruceristas o grupos organizados de turistas de sandalias con calcetines. Hubiera sido oportuno esperarse, en vez de ir superponiendo estilos, como en la catedral, porque al final no luce.

Calle Colón.

La todavía artería comercial sobrevive por la proximidad con la Estación del Norte, las paradas de la EMT, la de Metrovalencia y los taxis. Casi la totalidad de clientes que pasean sus compras por la calle Colón son peatones, como sucede en la mayoría de grandes ciudades. Por tanto, es otro error abrir más carriles para el tráfico privado, por mucho que se instale una obligatoria zona 30, cuando lo que habría que hacer es ganar más espacio a los viandantes, que son los auténticos protagonistas de la vitalidad comercial del centro. Lo demás, también parece improvisado en una jugada de parchís sobre el callejero. Si antes quisieron imponer la dictadura de la bicicleta, ahora estamos bajo el totalitarismo de los coches. En ambos casos, un modelo de ciudad muy poco moderno.

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