PISA para hoy y hambre para mañana

Gonzalo Belenguer

Gonzalo Belenguer

El reto más evidente tanto para la sociedad como para las organizaciones, hoy en día, es la generación, captación y retención del talento; precisamente, por ser un factor estratégico de competitividad y que, tal y como reconocen los expertos, es un ‘maná’ cada vez más escaso. A partir de este consenso debiéramos plantearnos si ¿los grandes profesionales nacen o se hacen? Obviamente, además del genotipo interviene el fenotipo que contribuye a determinar el comportamiento del individuo y, por tanto, su desarrollo futuro.

Centrándonos en la determinación del entorno, hace algunos días conocíamos los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) acerca de la inversión, que no gasto, de España en I+D y, sobre todo, en relación con nuestros vecinos comunitarios.

Como viene siendo habitual, ‘grandes potencias’ mediterráneas como Grecia o Portugal, y no son las únicas, ya superan a nuestro país pese a que en el último año se incrementó la apuesta patria por la I+D+i en 2.076 millones de euros, hasta alcanzar la cifra de 19.325 -1,44% respecto al PIB-. Más allá de cifras macroeconómicas, todo esto tiene un impacto directo en nuestras vidas a pesar de que los temas de conversación más habituales suelan centrarse en la ‘cosa del corazón’ o los famoseos de Tiktok. El hecho de que la inversión española en I+D se sitúe por debajo de Alemania (3,13%) o de la media europea (2,22 %) propicia la existencia de grandes diferencias territoriales y, por lo tanto, desigualdades entre los ciudadanos y su calidad de vida.

Un dato que refrenda la anterior afirmación es el publicado, en 2022, por Eurostat, quien afirma que el consumo individual real de los españoles se situaba un 15% por debajo del promedio de la UE, cuando en 2019 sólo estaba un 9% por debajo; cifra que no logramos equiparar desde 2008.

Para lograr que nuestro país sea un lugar donde ocurran cosas, gran aspiración de la diáspora talentosa de ‘españoles por el mundo’, es preciso generar las condiciones adecuadas y, en este sentido, es la educación uno de los elementos que más puede contribuir a ese posicionamiento.

Las grandes inversiones extranjeras que están arribando reconocen la calidad de nuestras universidades. Sin embargo, ateniéndonos al temido informe PISA nuestros alumnos han sacado los peores resultados en matemáticas y comprensión lectora de toda su historia, aunque algo mejoramos en ciencia; tendencia de la que los expertos vienen advirtiendo desde hace años.

El talento que demandan nuestras empresas no surge por ‘generación espontánea’ sino como consecuencia de un proceso formativo adecuado y facilitador del desarrollo profesional que comienza en edades tempranas. Las decisiones educativas del hoy determinarán las oportunidades del mañana. ¡Más PISA y ‘menos’ tablets!