Tribuna abierta

De recesión a multicrisis

María Amparo Tortosa-Garrigós

María Amparo Tortosa-Garrigós

Desde que la Reserva Federal de EEUU empezó a subir los tipos de interés en marzo de 2022, muchos prestatarios están afrontando pagos mensuales más altos. De continuar esta subida el sistema tendría difícil sostenerse con una deuda de casi 34 billones de dólares, sin que estallara una nueva crisis económica basada en el default de los créditos al consumo (a diferencia de la de 2008 por créditos hipotecarios). Para luchar contra la inflación es previsible que sigan aumentando los tipos, con cada subida a una media del 1,5% hasta alcanzar un techo del 7%.

Una de las principales voces de la economía, Ray Dalio, está ya avisando que las tasas de interés pueden subir y eso podría conducir a una recesión.

La deuda pública centra ahora mismo las preocupaciones del G20, obviamente porque en un contexto de altos tipos de interés hace difícil refinanciarse con una deuda tan elevada al mismo tiempo.

Suecia y Dinamarca ya se encuentran en recesión técnica, con el PIB descendiendo durante dos trimestres consecutivos por una importante caída de la industria y del consumo. En España crecen los impagos de créditos al consumo al mismo tiempo que un movimiento masivo de familias retirando depósitos mientras les pica la inflación sostenida en el tiempo. Los datos de octubre sobre la producción industrial europea dan malas perspectivas para el cuarto trimestre, en especial con un parón importante de Alemania y Francia.

Algunas voces autorizadas están alertando que este puede ser el momento más peligroso que el mundo haya visto en décadas, ya que las guerras en Ucrania e Israel-Gaza podrían tener gran impacto en el suministro de energía y alimentos, el comercio, y en las relaciones geopolíticas. Algunos dicen podría conducir a un “chantaje nuclear”, algo que yo siempre he visto como una vuelta a las clásicas políticas disuasorias cuando hay conflictos, antes que llevar estas oportunistas amenazas tan lejos.

En España la caída de la demanda interna y de las exportaciones al mismo tiempo, siendo esto último lo que tiró de la economía en la anterior crisis económica, harán difícil mantener o aumentar la producción. Se anuncia que las familias van a moderar el consumo en los próximos seis meses, período en que podría aflorar una nueva crisis económica. A lo que yo añadiría que con trasfondos novedosos que no se dieron antes y que se perfilan como un escenario de multicrisis en adelante. Me estoy refiriendo a la coincidencia de una crisis económica con el trasfondo permanente de crisis climática, la falta de consenso y financiación para la transición energética, la revolución tecnológica en marcha, y los conflictos-guerra geopolíticos que van a configurar un nuevo orden mundial. Siendo un factor clave que éstos se pudieran contener y no escalar ni tan siquiera regionalmente, porque entrar en una escalada militar con Hezbollah o con la presión hutí entre el Golfo y el mar Rojo, podría bloquear el 30% del crudo que se consume en el mundo y disparar los precios en la cadena de suministros. De ahí que defienda que a partir de ahora viviremos multicrisis como fruto de la interacción de cualquier crisis económica con todos estos nuevos factores de fondo. Empezando con que una crisis económica podría pillarnos sin acometer una agenda climática, como la falta de adaptación de las infraestructuras de las ciudades, de un sistema sanitario que afronte muertes e ingresos por los megaeventos climáticos (sequías, inundaciones e incendios), ”refugios climáticos“, y espacios donde se puedan regular las temperaturas y dispensar agua en las horas centrales del día. Es decir, un nuevo urbanismo.

Las últimas previsiones aceleran el cambio hacia algo más destructivo de lo esperado, desde un aumento de la temperatura de 1,5 grados a 2,7, hasta períodos de megasequías de cinco años de duración en Europa, empezando desde 2030, donde Irlanda, Alemania, los Bálticos y el norte de Francia serían refugio seguro. Alertan los científicos que, en lugares como Pakistán, India, Egipto, sureste asiático, Oriente Medio, este de China, el África oriental y subsahariana, la costa este y el centro de los Estados Unidos, América del Sur y Australia, un calentamiento medio global superior a 2 grados superará lo que el cuerpo puede aguantar y hará inhabitables muchas zonas del planeta. Todo esto obligará a los gobiernos a replantearse desde el cambio de horarios de trabajo hasta la adaptación de infraestructuras, y a afrontar grandes migraciones con los conflictos/guerras que conlleven. Avisan los expertos que nos adentramos en un mundo divido entre ciudades-oasis al norte y fallidas al sur, es decir, oscilaremos entre un feudalismo tecnológico plasmado en forma de Tecnópolis, y un ultramundo inhóspito más propio de pasajes bíblicos. Actualmente la mitad de la población mundial se concentra en ciudades, pero para 2025 se espera que aumente al 77%. Un mundo donde coincidirá otro telón de fondo, el de la economía del conocimiento, los algoritmos que sustituirán a grandes gremios, la automatización del trabajo, que harán desparecer el 47% del trabajo actual sin que los nuevos puestos los repongan. Es decir, a partir de ahora cualquier crisis económica interaccionará con los efectos del cambio climático, de la transición energética, las migraciones climáticas con sus posibles conflictos/guerras, y la revolución tecnológica en marcha. Mucho cocktail para tan poca preparación en marcha.