Valencia CF

El apropiacionismo del himno regional en Mestalla

"Protocolizar en Mestalla el himno del maestro Serrano es, en el fondo, atentar contra la cultura de club que heredamos de nuestros padres y abuelos"

Parte de aficionados del Valencia CF cantan el himno regional en Mestalla.

Parte de aficionados del Valencia CF cantan el himno regional en Mestalla. / Francisco Calabuig

J.M. Bort

J.M. Bort

La penúltima incoherencia de Meriton ha sido la de institucionalizar el himno regional de la Comunitat Valenciana en la salida del Valencia CF al césped. Era fácil solucionar este capítulo emotivo-ceremonial con alguno de los temas que nos regaló el Centenario ‑como el ‘Ens això el que ens fa grans’, del grupo Tardor, un tema profundo, honesto y en valenciano‑ o importando el ‘Un beso y una flor’ de Nino Bravo, en esa línea de sistematizar temazos musicales que han seguido otros grandes clubes de futbol porque tocan su fibra identitaria, su esencia. Nino es la mejor coordenada emocional que puede unir a Mestalla, o algo así escribía Vicent Chilet. Desde esta temporada, el autor valenciano suena en Mestalla antes del ‘Per a Ofrenar’ y el público no acompaña. Es cierto, pero el tema, sea cual sea el elegido, calará si se reproduce en el momento solemne de la salida del equipo.

A falta de sentido común para darle a Mestalla su canción definitiva, Meriton se ha ido a lo fácil y ahora parte de los aficionados reciben con emoción este tributo forzado que algunos disfrazan de espontáneo. En esta tesitura, se ha puesto de moda lo de cascar el himno regional todo el tiempo. ¿Se imaginan que el Real Madrid hiciese sonar el himno de España en el Bernabéu como tema identatario? ¿Qué opinarían los aficionados del Girona o el Sabadell si el Camp Nou institucionalizase ‘Els Segadors’? Nos quejamos -con toda la razón‑ del centralismo madrileño, de ese madrileñismo recalcitrante especialmente visible hasta las naúseas en lo deportivo y en lo meteorológico, pero los valencianos de València somos más centralistas que Roma. Coreamos el ‘Per a ofrenar’ ante la sorpresa de los aficionados del Villarreal y unos minutos después les cantamos ‘Villarreal, equipo filial’. El asunto es realmente perplejo: Los guardianes de las esencias patrias (las valencianas en este caso, no las españolas que pregona el himno) sembrando la invertebración. Mestalla no es la Comunitat Valenciana. El Valencia CF no es la Comunitat Valenciana. Ser ‘parte’ no es ser el ‘todo’. Querer serlo se llama ‘apropiacionismo’. Parte de la afición lo sabe y por eso son muchos (como demuestra la foto que ilustra esta columna) los que no lo cantan ni lo quieren cantar.

Los futbolistas del Valencia CF celebran la victoria ante el Athletic.

Los futbolistas del Valencia CF celebran la victoria ante el Athletic. / J.M. López

Protocolizar en Mestalla el himno del maestro Serrano es, en el fondo, atentar contra la cultura de club que heredamos de nuestros padres y abuelos. Es mojar fartons con leche, en vez de con horchata. Aquellos jóvenes del Bar Torino no fundaron el Valencia FC para exaltaciones regionalistas. Ni que fuésemos aquella selección valenciana de los 90 en un partido de Navidad. La militancia al Valencia CF se celebra invocando a Montes y a Cubells, a Juan Ramón, a Vicente Peris y al gol de Forment. Historia y legado. Rememorar momentos vividos, evocar los viejos valores, cantar en el estribillo, por ejemplo, a Claramunt, Kempes y Subirats con el estilo Dylaniano del temazo ‘Volverán’ de Cisco Fran.

Al terminar el partido ante el Villarreal, camino de la Alameda, le conté a mi hijo el grito de guerra del Castellón (‘Pam pam, orellut, el València (CF) ha perdut; pam, pam, orellut, fills de putas i cornuts’), para advertirle de que el fútbol no entiende de vertebraciones ni de ‘germanors’. Que (gran parte) de la afición del Hércules, como la del Castellón y la del Levante UD, no nos quiere, igual que gran parte de Mestalla desprecia al madridismo. Que todo es una cuestión de centralismo. Que el fútbol es un ritual que actualiza constantemente las rivalidades. Así generamos odios en vez de simpatía entre nuestros vecinos. Meriton ha sido muy torpe en institucionalizar el ‘Per a ofrenar’, que como todo himno solo debería interpretarse, por cuestiones de protocolo, en ocasiones solemnes. Algunos son tan insensatos, que ni eso saben.