No hagan olas

Preguntas sin respuesta ante el estupor

Juan Lagardera

Juan Lagardera

Campanar es un nuevo barrio junto a un núcleo de pueblo rural que se ha respetado. Sigue humeante tras el pavoroso incendio, sobre cuyo trágico desenlace poco más se puede añadir. No somos expertos en ciencia ignífuga ni conocemos los pormenores concretos del horrible suceso que, por momentos audiovisuales, recordaba el dramatismo del 11S neoyorquino.

En la calle, en el trabajo y en los bares, la ciudadanía no habla de otra cosa. Y los comentarios, más allá del asombro, se formulan como preguntas, inquisiciones. Así que diré las mías, como columnista de a pie, todavía zaherido anímicamente por el estupor que provocan las imágenes de mi Valencia:

1. ¿Cómo es posible que arda como una tea el edificio en cuestión en apenas dos horas?

2. Si como se insinúa, la fachada estaba construida con materiales inflamables, ¿cómo fue posible que la constructora los eligiera?, ¿o acaso fue el arquitecto que lo diseñó o sus colaboradores?

3. Más grave todavía, si el proyecto presentado para su aprobación ante las administraciones públicas daba cuenta de tales materiales, ¿cómo fue que los funcionarios dieran su aprobación?, o es que no existe o existía entonces una normativa clara al respecto.

4. Algunos han incurrido en negligencias de carácter penal, sin duda. Es necesario castigar tales conductas y aprender de lo sucedido para que nunca jamás vuelva a ocurrir algo semejante: Ni incendios, ni accidentes en el metro, ni fuegos artificiales explosivos sin medidas de seguridad…

5. ¿Estaba revisado el edificio por los bomberos? Y otra para los mismos: ¿Fueron conscientes de la gravedad de la situación al poco de desatarse el incendio? ¿Llegaron lo necesariamente rápido? Luego, está claro, se jugaron la vida y volvieron a mostrar lo encomiable de su peligroso y necesario trabajo.

6. Si existe una ciudad plagada de normativas urbanísticas restrictivas y heredadas, muchas de ellas absurdas, esa es Valencia y, en cambio, se concede licencia a un edificio inflamable y ni siquiera se inspecciona esa circunstancia antes de conceder la cédula de habitabilidad. Se es inflexible con tonterías y no están previstos cortafuegos o prohibidos determinados materiales en la construcción de una nueva finca o en las reformas, o incluso en los patios interiores.

7. Las mismas cuestiones cabría preguntarse al respecto de los estudios politécnicos de Arquitectura y de la organización colegial de los arquitectos: ¿cómo es posible esta cadena de errores e insuficiencias en pleno siglo XXI? Académicos y profesionales han de responder a tales preguntas.

8. Más allá de expresar sus condolencias y aflicciones, la clase política está respondiendo con escasa audacia. Solo la alcaldesa Catalá parece entender que, más allá del shock inicial, hay muchas familias que se han quedado sin casa y sin pertenencias personales. Así que es necesario resolver el futuro de esas personas, y cabe hacerlo de inmediato, movilizando recursos materiales y financieros, concediendo préstamos sin interés con máxima celeridad. Están tardando, porque la depuración de responsabilidades y las compensaciones por parte de las compañías de seguros pueden demorarse muchos meses.

9. A los vecinos afectados de Campanar no les debe suceder como a los del volcán de la isla de la Palma, quienes a día de hoy siguen sin recibir las ayudas prometidas por los políticos.

10. Televisiones y redes sociales estuvieron al pie de la noticia, pero es necesario destacar al fin que los periódicos han demostrado que vuelven a ser necesarios. La tragedia ha devuelto protagonismo a la prensa digital bajo cabeceras de referencia como esta: más inmediata, más fiable, sin necesidad de intermediarios excesivos, sin necesidad de montajes y efectos, apostados en primera línea y al instante. Han ganado la partida mediática por esta vez. Tiene que ocurrir una desgracia para que sepamos valorar la importancia de la información seria e inmediata. Cuando las lluvias y pantanadas fueron las emisoras de radio, en las nuevas guerras el mando lo tomó la CNN, en este catastrófico incendio, los digitales se han portado como los medios más eficaces. Habrá que tenerlo en cuenta.