Ábalos, la presunción de inocencia y los incendios forestales

Emilio J Izquierdo Pedra

En cualquier democracia consolidada, y creo que España lo es, la presunción de inocencia debe ser respetada. Esta máxima, no se está cumpliendo en el caso del exministro José Luis Ábalos en el conocido como “caso koldo”, es decir, la trama de corrupción que realizó cobros ilegales con la compra de mascarillas durante la pandemia del Covid.

Coincidí por primera vez con Ábalos en 1991, en la campaña para las elecciones municipales de la alcaldesa y candidata del PSPV al ayuntamiento de València, Clementina Ródenas. La campaña la dirigía el entonces secretario general de Valencia-ciudad y director general de Trabajo, Eduard Montesinos, acompañado por un equipo de campaña que entre otras y otros miembros se encontraba el exministro.

En esas fechas, Ábalos era director del Programa de Cooperación y Solidaridad Norte-Sur del gobierno de la Generalitat Valenciana de Joan Lerma. En las reuniones que coincidimos (yo asistía en la condición de responsable con los medios de comunicación de la campaña de València-ciudad, dependiendo directamente de Montesinos), José Luis Ábalos me pareció “un proyecto de político brillante con mucho futuro” y sobre todo de total y absoluta lealtad a su partido. Sus aportaciones fueron importantes para el devenir de aquellas elecciones que le otorgaron la alcaldía, por primera vez y con el apoyo de UV a Rita Barberá, pese a que el PSPV fue la candidatura más votada.

La segunda vez que coincidí con él, en la campaña municipal de 1995 del PSPV a la alcaldía de Valencia, que presentaba a la concejal Ana Noguera como cabeza de lista. Ábalos acababa de ser elegido secretario general de València-ciudad en sustitución de Montesinos. La campaña fue de perfil bajo. El equipo electoral comandado por el exministro tuvo que lidiar con la resistencia interna del propio PSPV-PSOE, que dirigió hasta 1997, Joan Lerma. Si al conflicto interno añadimos el carisma de la populista alcaldesa, Rita Barberá, limitaron los resultados electorales que fueron discretos para las aspiraciones socialistas. Ahí comenzó a forjarse un perfil político que lo podía haber encumbrado en pocos años al zenit del socialismo valenciano, en la época de la mayor crisis interna local del partido en su historia.

Puedo afirmar que, durante esos años de transición, Ábalos generó odios y lealtades entre la militancia y los distintos barones socialistas. Contrario a lo que algunos llaman “abalismo”, considero que esta corriente nunca ha existido dentro del partido.

Ha sido un hombre forjado a sí mismo, a quién nadie le ha regalado políticamente nada, obediente y leal al partido y superviviente del mismo. Tuvo el acierto de estar en el momento y el lugar adecuado, para apostar por el candidato Pedro Sánchez, jugándose todo su futuro político a una carta De haber ganado aquellas elecciones a la secretaría general del PSOE, Susana Diaz, hubiera sido fulminado y decapitado políticamente. Curiosamente como ahora ha sido por su valedor y avalado presidente del Gobierno.

Cuando incluimos en el “caso Koldo” a José Luis Ábalos; ¿nadie se pregunta el porqué de la ingenuidad con la “viste” la plana mayor del PSOE su figura? un hombre forjado, por la “fontanería” más dura del lermismo valenciano, que ha sido menospreciado y atacado con las “razones” de actitudes partidistas, por compañeros que ahora le señalan con el dedo acusador y se apartan de él, como en la edad media se huía de los apestados. ¿Después de tantos años en la brega cainita de la política, puede tener tan pocas luces de caer en una trama tan burda? sinceramente, y con la independencia que me da mi más de veinticinco años alejado de la convivencia con la clase política, digo rotundamente que No. Las acusaciones que nos afirman sobre el exministro, no son ni de lejos como nos las “venden”, con cándidas declaraciones de destacados socialistas.

Hay momentos en la política española en las que se nos intenta confundir y predisponer hacía ciertas situaciones o personas, insultando nuestra inteligencia y nuestro libre albedrío. Pero es cierto que José Luis Ábalos es un hombre de partido, que no necesita “enriquecerse” ilícitamente, como otros tantos anteriormente defenestrados. Pero quizá para evitar todas estas situaciones que degradan la calidad democrática de nuestro país deberíamos cambiar la Ley de Financiación de los partidos. La corrupción es como un incendio forestal intencionado; tiene un núcleo o foco y unos acelerantes, si no se ataja desde el mismo, se descontrola y se hace de dimensiones inabarcables. Para finalizar recordar al PSOE que estén tranquilos, que Ábalos no va a tirar de la manta.