Opinión | ágora

Salud y educación van de la mano

Un personaje tan admirado como Forges, capaz de describir la realidad cotidiana en un dibujo, repitió durante muchas viñetas, independientemente del motivo de su chiste, el lema ‘No te olvides de Haití’, queriendo recordar a todos los lectores la necesidad de tener presentes las tragedias que afectan a otras personas, aunque ocurran lejos de nosotros y no supongan nuestra preocupación fundamental y cotidiana.

Reflexionar sobre escuela y salud unos días después de que un bombardeo haya destruido el hospital principal de Gaza, en el seno de una guerra en la que ya han muerto más de doce mil niños y niñas y sabiendo que una parte de la población infantil del mundo vive en condiciones de hambre y pobreza, nos debe evocar cual es la desdichada situación de la infancia y su educación en otras partes del planeta.

Hoy, siete de abril, se celebra el Día Mundial de la Salud, con el lema ‘Mi salud, mi derecho’ y, parece lógico que reconozcamos que el derecho a la salud comienza por el de la población más desprotegida que es la infancia. Todas las sociedades son responsables de la salud de sus miembros más vulnerables, pero no sólo de proporcionar los cuidados necesarios en cada momento sino también de sentar las bases para la salud de su futuro. Una parte importante de la salud consiste en el autocuidado y en la práctica de hábitos saludables y el rechazo de las conductas contrarias. Además, es en esta primera época de la vida en la que se adquieren los conocimientos y prácticas que perdurarán en los años siguientes, y aprovechar la educación para que sus miembros tengan acceso a esos hábitos es un deber de nuestra sociedad.

Se trata, durante este periodo, de hacer énfasis en el conocimiento de las características de una vida saludable en lo referente a la actividad física perseverante, la alimentación variada y el rechazo a las prácticas que son perjudiciales (tabaco, alcohol, drogas) pero también, en la necesidad de buscar siempre la información sobre la salud en fuentes correctas y fiables, con sentido crítico y alejándose de corrientes pasajeras, muchas veces perjudiciales.

En la construcción de este modelo de educación y salud debe implicarse la escuela y deben participar los profesionales de la salud. Que los escolares reconozcan que los hábitos saludables derivan del conocimiento científico y que este surge de las más altas instancias del saber y es vehiculado a través de los cuidadores más cercanos y accesibles que hacen frente a sus problemas cuando surgen. Que sepan que no son las redes sociales las que dictan las normas de salud.

Las familias deben colaborar en esta tarea actuando de manera coordinada con la escuela y con los profesionales de la salud y procurando que el estilo de vida predominante sea saludable y se destierren los hábitos tóxicos del entorno familiar.

Las conselleries de Educación y Sanidad, la Sociedad Valenciana de Pediatría, los colectivos de Pediatría Social, las asociaciones de madres y padres y otros grupos ciudadanos deben marcar las pautas de actuación para que se puedan llevar a cabo estos proyectos, que en la realidad son propósitos ciudadanos de futuro que, además de vincular las entidades cívicas y sociales de una zona, ayudan a estructurar el derecho a la salud y a proyectar una sociedad mejor.

En esta línea se enmarca la Escuela de Salud que se lleva a cabo en el Colegio Nuestra Señora de los Desamparados de Nazaret, con la colaboración de Profesores y estudiantes de la Facultad de Medicina y Odontología, Profesionales del Centro de Salud de Nazaret y organizada por la Dirección del Colegio y la Fundación por la Justicia. Con la participación de Profesorado, Familias y, sobre todo, Alumnado, se pretende educar en salud y cuidados y hacer frente a los retos venideros en este campo.