Opinión

500.000 firmas para avanzar

Derogar la ley que blinda la tauromaquia está en la agenda de millones de personas. “De momento vamos a plantearnos el conseguir el número de firmas y los apoyos parlamentarios porque ya simplemente la primera parte es muy problemática, es bastante complicada, la segunda, creemos que sí se puede hacer, podremos estar en la derogación de la ley con lo que conseguiríamos que la tauromaquia deje de ser bien de interés cultural y por lo tanto esté patrocinada y dentro de cultura, sería un ataque bastante claro a la tauromaquia, se les cortaría muchas líneas de financiación y muchas comunidades autónomas podrían regular la tauromaquia de forma que no vuelva a haber tauromaquia en estos territorios, apenas quedarían unos cuantos”, declara Jaime de AnimaNaturalis. “El problema básicamente es un tema político, la ciudadanía está en contra de la tauromaquia y se puede lograr”. Diego Nevado portavoz de la Plataforma Antitaurina de Alfafar añade que “mientras llega la abolición exigimos la máxima protección a la infancia sin medias tintas ni titubeos”. ¿Violencia gratuita impuesta y trasmitida siempre con ánimo de lucro? En noesmicultura.org se informa que “el 4 de enero de 2024 registramos una ILP para derogar la Ley 18/2013 de patrimonio cultural de la tauromaquia” admitiéndose a trámite en febrero fecha desde la que empieza la cuenta atrás para agilizar un ansiado logro socio cultural económico. Restan unos pocos “meses de plazo para reunir 500.000 firmas con el fin de que se pueda iniciar su tramitación en la Cámara del Congreso de los Diputados” por lo que la población, en todos sus estratos, desde juristas, funcionariado, periodistas, artistas, organizaciones de defensa animal, colectivos, activistas, intelectuales, sindicalistas, proletariado de diferentes sectores y hasta pensionistas del territorio español rubrican que no quieren esa monstruosidad ni subvencionarla con dinero público. Por todos los medios se trata de despersonalizar el martirio para engordar ciertos bolsillos, pura perversidad utilizada por entramados concienzudamente urdidos, favorecidos, condecorados y publicitados que normalizan el frenesí por dominar a otro ser vivo. ¡Antitauromaquia por higiene mental! En València, al igual que en el resto de España, noesmicultura.org recoge firmas de forma puntual y, asiduamente, en locales comerciales, en abril lo hará en la Universidad Politécnica. Madrid, Barcelona, Castelldefels, Sitges, Vilanova i La Geltrú, Zaragoza, Sagunto, Alicante, Elche, Benicàssim, Castelló de la Plana, Málaga, Fuengirola, Granada, Las Palmas de Gran Canaria, Torrelavega, Albacete, A Coruña, Murcia, Pamplona, Bilbao, Alcorcón, Pinto, Manlleu, San Cugat del Vallès, Terrasa, Camprodón… Más del cincuenta por ciento de la población española reclama la prohibición de la tauromaquia.

¿Hasta cuándo seguir integrando la “lista vergonzosa” de los ocho países donde se practica y fomenta tan brutal negocio? Ecuador, España, el sur de Francia, Méjico, Perú, Portugal, Colombia y Venezuela mantienen activa esta delirante trama de tortura a herbívoros rumiantes, generalmente cuatreños (cuando su longevidad natural es de quince años), entrando en este cupo de mercadeo tanto toros como becerros o vacas. ¿Qué cavilaría el cirujano sudafricano Cristian Barnard, pionero en el trasplante de corazón humano, juramentado en la ética médica y el principio de salvar la vida ante todo, cuando “el yernísimo” de Franco lo llevó a una corrida de toros donde el mensaje, simple y llanamente, es el de matar con el máximo sufrimiento a las reses tras sádicos preámbulos?

“Actualmente, en España, no es posible prohibir la tauromaquia dado que está protegida por la Ley 18/2013”, obra del éxtasis político del Partido Popular médium consolidado de voces de ultratumba. ¿Federaciones y entidades taurinas moviendo ficha para el citado blindaje? ¿El Supremo como arma arrojadiza? ¿Negociantes manipulando el tablero para convertir su producto en intocable? El artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea señala que “la Unión y los Estados Miembros tendrán plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles”, excluyendo, claro está, a “ritos religiosos, tradiciones culturales y patrimonio regional”, ¡tres coladeros! ¿Representación legal para las reses víctimas de la tauromaquia tal como sucedió en el caso del chimpancé Hiasl ante una herencia?

Esmeralda Hernández, senadora de la República de Colombia, ha redactado el proyecto de ley 219 del 2023 para la prohibición de la tauromaquia -“Pacto Histórico”-. “En este cuarto y último debate los animales saldrán ganadores. ¡Lo vamos a lograr!”. Esta joven política insufla aire fresco a corrompidos y rancios conceptos totalmente vergonzantes. ¿Por qué la última entrega de Medallas de las Bellas Artes ha vuelto a doblegarse a la tauromaquia? ¿Tan necesaria era la condecoración a una industria que comercia con otros animales para su suplicio en público? ¿Dónde la cacareada visión reformista ministerial cuando llegada la hora el representante se une a la claque?

También en México se trabaja por vías legales para acabar con este violento anacronismo mientras que en España la impresionante urdimbre es un nudo gordiano. Lia, personaje colombiano generado por inteligencia artificial, apunta sobre la tauromaquia: “A mí no me gusta, ¿qué diría mi círculo social?”. ¿Es posible matar sin rencor? el reo Isidoro Hespel -“El Chacal”- declararía refiriéndose a su labor de verdugo de compañeros de presidio: “Esta carga no me impide tener corazón”. ¡Guauu! Cuanta similitud con declaraciones de matadores y maltratadores. En Guayana, “la isla del diablo”, infernal prisión francesa, en el siglo diecinueve, un funcionario declararía que la violencia y miseria detonan lo peor: “No se puede degradar a un hombre y pretender que siga siendo hombre”, pues con eso se juega. ¿Subvencionar la tauromaquia callejera y sus aquelarres de violencia como dopaje para una sociedad deprimida con sueños desiderativos irrealizables?

“La familia de Ayuso tiene una finca de toros de lidia y se dedica a la tauromaquia, por tanto está muy clara la vinculación que tiene”, no son de extrañar apoyos millonarios y parabienes desde la presidencia de la Comunidad de Madrid para esta ranciedad de matarifes disfrazados. Apuntar que en las pasadas Fallas cuanto turista veía la publicidad taurina pendiendo en la estructura del coso valenciano de la calle Xàtiva se pasmaba. Raquel Aguilar, en su artículo “Parásitos”, así lo recoge: “No me lo puedo creer, ¿cómo es posible que en año 2024 se siga haciendo esto?”, comentaría una visitante escocesa.

Oportunismos y lucros totémicos no tienen lugar en la prediseñada ruta futura de la humanidad. Impostergable es la defenestración de la tauromaquia. ¿Qué respuesta actual obtendría la denominada ¡tradición! de los “psilos”, antiguos pobladores de Trípoli (Libia), que dejaban a sus criaturas entre serpientes para demostrar si eran legítimas, reconociéndolas como tal si no eran mordidas o se recuperaban de las mordeduras? Dinámicas de tal cariz socioculturalmente tribales, burdas y crueles no son la España del siglo veintiuno. Cercano está el fin del chollo taurino y ese meter dinero, como sea, en el bote de mercachifles, con o sin blasón heráldico.

¿Cuántas personas en la red laboral de la política española son afines a la tauromaquia y sus matachines? “No lo sabemos bien”. Ocho de cada diez personas en España se declaran contrarias a tan funesta componenda mientras los “sillones” hacen oídos sordos. “El problema en España es que (la tauromaquia) está blindada por la Constitución desde dos mil trece, entonces no se ha podido atacar realmente, el problema es ese”. ¿Por qué el Partido Socialista Español –en su turno de poder- nunca ha tenido el cuajo de cerrar el grifo a esta miseria, antes bien, la ha fomentado? Machismo, consumos alcohólicos o estupefacientes se instalan en la tauromaquia callejera como espacio idóneo mientras en la versión plaza de toros, y en función de la cartera de cada cual, los consumos son otros. De vino en “tetrabrick”, “litronas” y cubatas de garrafón a caldos con solera, vibrantes, equilibrados, aromáticos, de textura aterciopelada. De marihuana a cocaína. De violencia machista corporal a violencia machista psicológica y económica. “El drogado se ausenta”, se comenta en las ondas, dado lo cual el dolor ajeno no le importa, cualquier padecimiento infringido a otro ser ni le roza el neocórtex (cerebro pensante) ¿Qué nivel sociocultural se trasluce en ese gentío mayormente de hombres que contempla como se retuerce de dolor y vomita sangre otro animal? ¿Qué mensaje trasmiten las Administraciones promotoras? La tauromaquia bien podría ser: “Una radiografía del comportamiento humano cuando saca a la luz y hace ostentación de sus frustraciones y sus miserias morales”, frase del psicólogo y licenciado en Ciencias de la Información Agustín Compadre Díez.

“Unas dos mil personas se dedican exclusivamente a la tauromaquia según el Ministerio de Trabajo, la realidad es que apenas son sesenta o setenta los que viven de ello al cien por cien porque la inmensa mayoría computan doble trabajo al dedicarse a otras profesiones y, eventualmente, hacen una corrida al año con lo que no les daría para vivir. Sesenta o setenta personas, no son muchas más, entre toreros y demás”. ¿Requisitos específicos para dedicarse al toreo? “¡Ninguno!”, declara el joven activista de la citada organización internacional. “Hay unos cursos de formación para aprender un poquito, pero realmente no hace falta tener ninguna formación”. En el siglo diecisiete solamente los nobles podían participar en este “ejercicio caballeresco”, a caballo que, a todas luces, era un cortejo a damas a las que aquellos chulescos lechuguinos invitaban a merendar mientras se pavoneaban. Es a partir del siglo dieciocho cuando la plebe salta a la arena convirtiéndose en una especie de oficio para los denominados “toreadores de banda” quienes cobraban un mísero estipendio en contraposición a los “ventureros”, pobres de solemnidad que con las tripas retorciéndoseles de hambre trataban de conseguir alguna limosna poniéndose delante del astado. Personas, entidades, fundaciones, organizaciones, peñas, medios de comunicación y demás resortes favorecidos hacen posible que en pleno siglo de la mega tecnología continúe este desfalco y ataque a la diversidad identitaria española. Jaques Lafitte banquero y político galo sentenciaría algo paradigmático para quien medra: “Un cretino rico es un rico; un cretino pobre es un cretino” y quienes mueven los hilos de la tauromaquia no son pobres.