Opinión | VOCES

¿Acaso no soy una mujer?

Uno de los objetivos de cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, era y es dar voz a todas aquellas mujeres que sufren. Un día para todas las mujeres que, recordando a las 129 valientes obreras de la fábrica textil Cotton de Nueva York que fallecieron en el año 1908, durante su huelga por la mejora de sus condiciones laborales, celebra los derechos conquistados y conmemora la larga historia de luchas para conseguirlos. Un día en el que también recordar que las violencias contras las mujeres, en especial la violencia de género y la violencia sexual, son inaceptables y la expresión más amarga de las sociedades machistas.

Desde la proclamación del día, marzo es el mes de la Historia de la Mujer, un buen momento para la reflexión ante el silencio de la gran parte de las organizaciones feministas que no han alzado su voz para expresar siquiera su repulsa a «la violación como arma de guerra», como titulaba en su portada Libération, el pasado 6 de marzo, en relación con la violencia ejercida contra las mujeres, en Israel, por Hamás, el 7 de octubre de 2023.

Ninguna señal de apoyo para las mujeres violadas, sus familias y sus hijos. Tampoco para las madres torturadas por la ausencia de sus hijas e hijos secuestrados. Como Ayelet, la madre de Naama Levy: «Me despierto cada mañana el mismo 7 de octubre. Todos ustedes vieron el video de mi hija, Naama, pero no escucho al mundo reaccionar lo suficientemente fuerte. Cada vez que estoy mal surgen pensamientos, trato de desviar mi mente hacia el momento en que me encontraré con Naama. Veo que sucede, lo imagino todo el tiempo, incluidos los pequeños detalles. Sucederá». Un vídeo en un teléfono móvil, publicado por Hamás el mismo 7 de octubre, muestra a Naama atada, con sus pantalones ensangrentados, sus tendones cortados, y arrastrada a punta de pistola. Naama, de 19 años, es activista de un movimiento por la paz. Debemos dar voz al sufrimiento de Liora, la madre de Noa Argamani, también rehén de Hamas. Liora, mientras lucha contra el cáncer, compartió un doloroso mensaje suplicando ver a su hija: «No sé cuánto tiempo me queda. Deseo tener la oportunidad de ver a mi Noa en casa … Quiero decirle que sepa que hacemos todo lo posible para que la liberen». Cada mañana, cuando Rachel Goldberg-Polin se levanta, escribe en un trozo de cinta adhesiva, el número del día desde ese 7 de octubre en que su hijo Hersh fue gravemente herido y secuestrado. Se lo pega en la camisa, sobre el corazón, y se dice «Que hoy haya buenas noticias». Hoy, 4 de abril, mientras escribimos, en la cinta pone 181.

Resulta perturbador que no fuera hasta 150 días después de ese 7 de octubre, cuando la representante especial de la ONU sobre violencia sexual en conflictos, Pramila Patten, encontrara «información clara y convincente» de que algunas rehenes fueron violadas y «para creer que este tipo de violencia puede seguir ocurriendo con quienes permanecen retenidas». Como ha declarado Amit Soussana: «luego él, apuntándome con el arma, me obligó…» en cautiverio.

Como resulta perturbador que Judith Butler, Premio Adorno de la ciudad de Frankfurt, autora de Cuerpos que importan, dijera, el pasado 3 de marzo, «si hay documentación de las mujeres israelíes, entonces deploramos absolutamente. Pero queremos ver esa documentación y queremos saber si es correcta».

El feminismo lleva más de un siglo luchando por hacer audible y creíble la voz de todas las mujeres. Como la que hizo oír Sojourner Truth, nacida en la esclavitud, quien preguntó en 1851 a las participantes en la Convención de los Derechos de la Mujer en Akron, «Y yo, ¿acaso no soy una mujer?».

Se podría pensar que son casos aislados de indiferencia, exclusión e incredulidad, pues creímos que el primer obstáculo a superar por las mujeres agredidas sexualmente, el ser creídas, lo fue hasta el «yo si te creo, hermana».

«Con M de Mujeres. Todas las Mujeres. Muévete», rezaba la campaña institucional del Ministerio de Igualdad con motivo del 8 de marzo. También por Ofrah Keidar, Liri Albag, Karina Ariev, Noa Argamani, Amit Esther Buskila, Shiri Bibas, Agam Berger, Romi Gonen, Daniela Gilboa, Carmel Gat, Inbar Hayman, Judi Wenstein, Arbel Yehoud, Eden Yerushalmi, Naama Levy, Emily Damari, Doron Steinbrecher, Goren Maya y Shani Louk.