Opinión | Voces

La violencia que no siempre vemos

La notamos a primera vista. No se trata solo de crímenes impactantes, que merecen toda nuestra atención y acción, sino de algo más sutil y arraigado. Es importante reconocer esta forma de violencia inadvertida para abordarla de manera efectiva. Asimismo, resulta esencial identificar tanto los factores que perpetúan la desigualdad de género como las acciones concretas que puedan transformar lo excluyente en una auténtica igualdad para todas las personas.

Entre los elementos perpetuadores de la desigualdad de género es fácil encontrar prácticas comerciales que, bajo la fachada de ser «atractivas y liberadoras», refuerzan discursos coercitivos y manipulan la libertad. Debemos prestar atención a estas prácticas del llamado capital depredador, que, lejos de promover la igualdad, generan consecuencias negativas para la salud y la vida de las personas.

La infrarrepresentación de las mujeres y su discriminación por edad en estudios científicos relevantes, como aquellos relacionados con la salud, perpetúa enormes desigualdades de género; situación preocupante, pues una participación vacía o limitada de mujeres en los estudios, dificulta la identificación de tratamientos confiables que aborden adecuadamente las necesidades de ambos sexos. También es esencial identificar la violencia de género aisladora, que se ejerce contra quienes brindan apoyo a la víctima, así como la discriminación de género, que también afecta al colectivo LGTBIQ+, en contextos académicos y en avances tecnológicos significativos, como la inteligencia artificial que se está desarrollando sin la incorporación de una perspectiva inclusiva. Igualmente relevante es mantener una actitud crítica frente a ciertos tipos de educación sexual que se introducen en nuestras aulas sin una supervisión rigurosa, sin estar fundamentados en evidencia científica sólida y sin una garantía inclusiva y efectiva en la promoción de relaciones saludables y equitativas que, incluso, aumentan la incidencia de la violencia de género.

No obstante, en la lucha contra la violencia de género y otras formas de discriminación, existe un claro remedio. La clave radica en incorporar la evidencia científica de impacto social que ha demostrado que mejora la calidad de vida de las personas, en la formulación de políticas y prácticas sociales y educativas. Asimismo, es esencial integrar la diversidad en los avances científicos de gran envergadura para abordar de manera efectiva la violencia de género y otras formas de discriminación.

Esto resalta la necesidad de insistir en políticas radicalmente inclusivas y la identificación obligatoria de medidas concretas para proteger a grupos vulnerables, incluyendo al colectivo LGTBIQ+. Al respecto, Europa y España se han comprometido promoviendo programas que incorporan planes, prácticas e indicadores de la diversidad de género y de la totalidad de colectivos sociales desde una perspectiva respaldada por la evidencia científica. En esta línea, la generación y promoción de espacios de encuentro científico desempeña un papel crucial. El Congreso Internacional de Ciencia, Feminismo y Masculinidades (CICFEM), celebrado anualmente durante los primeros días de marzo, ejerce un impacto significativo al destacar e influir en investigaciones de gran relevancia científica, con un importante impacto social internacional. Este año, CICFEM24, respaldado por el Instituto de las Mujeres, dio un nuevo impulso a la ciencia diversa, equitativa y transformadora. Renovó su llamada a la acción, contra la violencia y las desigualdades de género, respaldada por la comunidad científica internacional donde participaron destacadas figuras femeninas académicas y políticas, así como relevantes científicos y científicas activistas a nivel mundial que convierten este llamamiento en un faro de esperanza, hacia la erradicación de la violencia de género, que no podemos ignorar.