Opinión | voces

Creatividad e innovación en la era de la IA

En un mundo impulsado por la tecnología, donde la innovación parece ser la moneda de cambio más valiosa, surge una pregunta intrigante: ¿cómo celebramos la creatividad y la innovación en un mismo día, cuando algunas voces advierten que la última podría estar acabando con el cultivo de la primera? Esta aparente contradicción nos lleva a reflexionar hoy sobre la esencia misma de lo humano en la era de la inteligencia artificial (IA).

El filósofo Albert Einstein, en su sabiduría infinita, afirmó una vez: «La creatividad es la inteligencia divirtiéndose». Esta declaración resuena profundamente en el corazón de nuestra discusión, recordándonos que la creatividad es un rasgo intrínsecamente humano, un reflejo de nuestra capacidad para imaginar, innovar y trascender los límites predefinidos. Pero, sobre todo, alude al gozo, al gozo intelectual que la acompaña.

En un mundo cada vez más dominado por la IA y la automatización, algunos temen que la creatividad humana esté siendo eclipsada por la eficiencia y la previsibilidad de las máquinas. ¿Acaso la búsqueda del progreso y la evolución, tan estrechamente ligada a la innovación tecnológica y científica, pondrá en peligro nuestra identidad como especie? ¿Es posible que nos estemos distanciando de nuestra esencia creativa en aras del avance tecnológico?

La respuesta a estas preguntas no es simple. Si bien es cierto que la IA generativa puede producir obras de arte y música que desafían nuestras nociones tradicionales de creatividad, no debemos confundir la imitación con la verdadera innovación humana. La creatividad va más allá de la mera producción de contenidos; es un proceso de exploración, de conexión de ideas aparentemente inconexas, de experimentación y de disfrute intelectual.

El filósofo Jean-Paul Sartre afirmó una vez: «La creatividad es contagiosa, pásala». Esta cita resalta, de nuevo, la naturaleza expansiva y colaborativa de la creatividad humana. A diferencia de la IA, que opera dentro de los límites de su programación, la creatividad humana es ilimitada y se nutre del intercambio de ideas y experiencias.

La creatividad no se define por el resultado final, sino por el proceso mismo. El acto de crear es intrínsecamente humano, independientemente de si el resultado es considerado «artístico» o «innovador». Es el proceso de explorar, experimentar y descubrir lo que nos hace humanos y nos conecta con el mundo que nos rodea. Y, sobre todo, no está ‘programada’, no tiene un fin predeterminado, sino que se reinterpreta a sí misma tantas veces y de tantas maneras como sólo un humano puede llegar a desear. La creatividad humana es también voluntad y deseo, libre albedrío.

En última instancia, la celebración de la creatividad y la innovación en un mismo día es un recordatorio de la dualidad inherente a la experiencia humana. Somos seres creativos por naturaleza, capaces de imaginar y dar forma a un futuro mejor para nosotros mismos y para las generaciones venideras. A medida que abrazamos el potencial transformador de la tecnología, también debemos preservar y cultivar nuestra creatividad como un tesoro invaluable que nos define como especie.

Fundación por la Justicia propone celebrar la creatividad y la innovación juntas, pues creemos que es reconocer y honrar nuestra capacidad única para imaginar y crear un mundo mejor.