Perarnau y Guardiola

Carlos Marzal

Carlos Marzal

Contar por escrito un partido de fútbol sin que se te suiciden los oyentes, arrojándose al río de la localidad, es una tarea casi imposible; tan difícil como la de enseñar a los amigos las fotos y los vídeos de tu boda, y que sigan acudiendo a tu casa y regalándote su amistad. Algunas cosas toleran muy mal la narración bajo unos ojos ajenos. Las bodas y los partidos de fútbol son dos espectáculos sociales que pertenecen al ámbito más profundo de la intimidad, y cada cual posee su relato sobre ellos, si ha sido un espectador del acontecimiento. Si no lo ha sido, le importan una higa, como diría un clásico. Los partidos de fútbol que no hemos presenciado y las bodas a las que no hemos acudido están mejor en el limbo de lo que pudo ser y no fue. A menudo, nos contentamos con agradecer al destino el hecho de habernos librado de todo ello, en especial de las bodas.

Martí Perranau ha escrito una insólita trilogía sobre Pep Guardiola: Herr Pep, Pep Guardiola. La metamorfosis, y Dios salve a Pep (Ediciones Córner). En los dos primeros, nos cuenta la aventura vital y deportiva de Guardiola en el Bayern de Múnich, desde el año 2013 hasta el 2016. En el tercer título, Perarnau nos narra el trabajo de Guardiola a partir de 2016, en el Manchester City.

Como un reportero de guerra, Perarnau se ha «incrustado» en el vestuario, en los viajes, entre las bambalinas de los equipos de Guardiola. Ha tenido acceso a sus colaboradores, a sus jugadores, a la vida privada del entrenador. Con todo ese material creo que ha escrito una obra maestra de la literatura deportiva, o, para ser justos, de la literatura sin necesidad de adjetivos. Se trata de una crónica deportiva, pero también de un retrato intelectual del protagonista y del autor, de la narración de cómo se construye un equipo de fútbol desde un severo punto de vista ético y estético. El fútbol aparece en estas páginas como lo que siempre debería ser: una manera de estar en el mundo, un proyecto de vida para transmitir emoción a los espectadores.

Todo lo que se escribe es autobiográfico, porque el que escribe dedica el tiempo de su vida a la empresa de la escritura: lo mismo un manual de prótesis dentales que una autobiografía literaria. Perarnau ha escrito, con un ritmo envidiable de espléndido novelista, con una prosa eficaz y certera, con una capacidad reflexiva de gran conocedor del género humano, una «biografía autobiográfica», si se me permite el galimatías redundante: su autobiografía espiritual a través de la biografía deportiva de esos años de Guardiola.

Una heroicidad: la de contarnos cientos de partidos, por así decir, y mantenernos entusiasmados. Como si fuera el día de nuestra propia boda.