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Un genocida yace en Carcaixent

Vjekoslav Luburic fue uno de los mayores asesinos de la II Guerra Mundial y murió a manos de un espía enviado por Tito

El general croata, el segundo por la izquierda, en Carcaixent. Fuente: http://jotamartinezarribas.blogspot.com.es/

La dictadura de Francisco Franco, en teoría, se mantuvo neutral en la Segunda Guerra Mundial y con posterioridad quiso erigirse como un espacio de lucha contra el comunismo internacional. Sin embargo, para poder cumplir el segundo propósito incumplió el primero, como bien constata el hecho de que el país acogió desde el final de la contienda a buena parte de los fascistas y nazis que se vieron obligados a huir de los países del Eje, acusados de miles de asesinatos. Según las investigaciones históricas, fueron más de cien los dirigentes nazis que se refugiaron en territorio español, con la protección de una dictadura con afinidad ideológica. Otto Skorzeny, Léon Degrelle, Reinhard Spitzy, Friedhelm Burbach o Fredrik Jensen fueron algunos de ellos. Sin embargo, quizá el caso más sorprendente fue el de Vjekoslav Luburi?, el comandante en jefe de todos los campos de concentración del régimen nazi de Zagreb, que dirigió el complejo de la muerte de Jasenovac, donde se cree que fueron exterminados más de medio millón de serbios, judíos y gitanos.

Vjekoslav Luburi? nació en Humac, cerca de Ljubu?ki, el 20 de junio de 1913 y fue asesinado en Carcaixent el 20 de abril de 1969. En medio tuvo una vida truculenta. Como director de los campos de exterminio de Croacia, fue responsable de miles de muertes durante la II Guerra Mundial. Yace por ello en el cementerio de Carcaixent. Un hecho que durante muchos años sólo ha sido criticado por investigadores de la Historia pero que ahora es una china en el zapato del gobierno local progresista de Paco Salom, que ha iniciado varios trámites para poder conseguir la exhumación y el traslado del cuerpo a un lugar «más adecuado».

A Luburi? -conocido como «Maks», el Carnicero, en castellano- le sucedió su cuñado, Dinko Sakic, a quien el tribunal que lo condenó en 1999 le atribuyó al menos 4.000 muertes. Varios supervivientes acusaron a Sakic en el juicio de numerosos crímenes, entre ellos por ordenar el ahorcamiento de veinte prisioneros, de asesinar friamente de un tiro en la nunca al preso Albert Izrael por robar una mazorca de maíz o torturar y matar de hambre a veinticinco judíos en represalia por un intento de fuga.

Tras su huida del país balcánico, el régimen franquista dio a Luburi? acogida en varias localidades. Pasó por municipios como Gilet, Moraira o Benigànim, donde llegó a casase con Isabel Hernaiz, hija de un rico industrial vasco con la que tuvo cuatro hijos. Ya por entonces, misteriosamente, consiguió la custodia de los descendientes. Desde los primeros días fue protegido por el régimen dictatorial y su comportamiento le llevó a ser aceptado con total normalidad en sus nuevas sociedades. El pasado teñido de sangre pareció quedar en el olvido. El general asumió una nueva identidad en Carcaixent. Pasó a llamarse Vicente Pérez García y estableció su residencia en la calle Santa Ana. El nuevo vecino de la Ribera tuvo para muchos un comportamiento ejemplar. Montó una imprenta, desde donde daba vida a manifiestos anticomunistas que enviaba al extranjero.

El gobierno comunista de la Yugoslavia de Tito, sin embargo, nunca quiso perderle la pista y con el paso de las décadas envió a Carcaixent a Ilija Stani?, un espía que se ganó la confianza del genocida croata tras convencerlo de que era un exiliado de su país. A mediados de abril de 1969 acabó asesinando al «Carnicero», uno de los mayores criminales de la II Guerra Mundial. Primero consiguió ponerle un veneno en su café y cuando empezó a sentirse mal, mientras vomitaba, le propinó una martillazo en la frente al grito, según confesó él mismo con posterioridad, de «Ésto es lo que hacías tú a los niños de Jasenovac». Huyó después de España y Luburi? fue enterrado en el cementerio carcagentino, donde ha permanecido hasta el presente.

Según el coordinador del Grupo Recuperación de la Memoria Histórica de València. Matías Alonso: «La tumba de Luburic en el cementerio de Carcaixent está fuera de la ley. Estos criminales huidos de la justicia europea no pueden seguir recibiendo honores en España, un país que sigue siendo un auténtico parque temático de fascistas de toda Europa».

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