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Mayor asegura que no «pasará el rodillo» pese a su cómoda mayoría absoluta

La mayoría absoluta de Jordi Mayor en Cullera hace temer al resto de partidos un rodillo implacable, pero el reelegido alcalde ahuyenta el miedo. «El mensaje en las urnas es claro. El pueblo ha decidido que haya un gobierno monocolor socialista y de progreso. Otra cosa no se entendería», argumenta. Eso no significa, tranquiliza, que se vaya a dejar de intentar consensuar las cosas «como hemos hecho estos cuatro años». «No habrá rodillo», se muestra tajante. El alcalde pretende seguir colaborando con Compromís y convertirlo en su «socio preferente» en la oposición. Quiere escuchar sus propuestas y llegar a acuerdos puntuales para que puedan desarrollarse para sumar sensibilidades.

«Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione». Esta máxima atribuida al financiero estadounidense Bernard M. Baruch bien podría describir lo ocurrido en Cullera estos últimos cuatro años. Jordi Mayor, el joven alcalde que asumió la vara de mando en junio de 2015 sin generar grandes expectativas, ha acabado logrando ser el primer edil más votado del PSPV-PSOE en los grandes municipios de la Comunitat Valenciana con un 63,56 % de los sufragios.

La clave del éxito se fraguó desde el primer día. Nada más ser investido, el socialista ordenó que se apagaran las luces del letrero de la montaña, símbolo del despilfarro y los proyectos megalómanos de la época del PP. Alegó ahorro energético y reducción de la contaminación lumínica. Aquel gesto lanzaba un claro mensaje que marcaba distancias con el pasado.

El objetivo era instaurar un nuevo modelo de ciudad. Y así ha sido. Mayor ha basado su gestión en el saneamiento de las cuentas municipales, el impulso de las políticas sociales y del turismo así como en la reactivación de la obra pública.

Lo hizo primero en solitario y después de la mano de Compromís, coalición que pese a sus reticencias iniciales acabó entrando en el equipo de gobierno a finales de 2015, desdiciéndose de las críticas iniciales a Mayor que pocos comprendieron entonces.

Pese a que el entendimiento a lo largo de estos años de convivencia ha sido en términos generales bastante buena, a nadie escapa que ambos socios han capitalizado de forma distinta la presencia en el gobierno a juzgar por el desenlace de las municipales del domingo.

Los nacionalistas no han dejado de protagonizar escándalos políticos que les han pasado una elevada factura. El caso Marc Joan resulta paradigmático. Tras ser cazado conduciendo borracho y triplicando la tasa de alcoholemia, el alcalde le retiró sus delegaciones en el equipo de gobierno. Sin embargo, el concejal de Iniciativa -agrupación de la que todavía es portavoz local— se aferró al escaño y durante prácticamente un año fracturó al grupo municipal de Compromís.

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