Existe una percepción errónea en la población sobre las cosas que se pueden arrojar o no a un desagüe. «La gente se tiene que mentalizar porque es un problema muy grave», explicó a Levante-EMV el concejal de Servicios Públicos de Carcaixent, Juan Albert, que añadió: «La ciudadanía se tiene que concienciar y buscar otras alternativas, es una cuestión que nos tenemos que tomar muy en serio».

Las toallitas húmedas parecen inofensivas, pero no lo son. Algunas personas creen que es como el papel higiénico, que se deshace en el agua. Un error de graves consecuencias. Las toallitas (por norma general, algunos comercios venden una variedad de estos productos que aseguran es inocua para las cañerías) no se desintegran ni son biodegradables. Los expertos señalan que en las viviendas particulares se pueden quedar enganchadas en los salientes de las tuberías y, al acumularse, provocar tapones y atascos.

Gasto extra

El problema es todavía mayor cuando las toallitas, en vez de quedarse retenidas en las cañerías particulares, acceden a la red de alcantarillado, ya que en ella se acumulan las que provienen del resto de viviendas conectadas. Aunque dichas canalizaciones son de un diametro mayor, no implica que los atascos desaparezcan. Al contrario, se producen y son de una embergadura gigantesca. De hecho, pueden provocar reventones en las tuberías y averías varias en la maquinaria que bombea las aguas residuales. Eso se traduce, tal y como ya recordado el ayuntamiento en varias ocasiones durante los últimos años, en problemas tanto medioambientales y en un gasto extra para las arcas públicas en concepto de limpieza y mantenimiento.

Las labores se realizan con medios mecánicos, con vehículos cisterna y mangueras de alta presión; además, si no se producen averías graves, se intenta que no afecten al tráfico rodado.

Cada año, el consistorio carcagentino retira, aproximadamente, unas diez toneladas de sedimentos de los colectores e imbornales, una parte considerable de los cuales son toallitas.