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La subida del nivel del mar agravará la regresión de la costa de Cullera y Sueca

La proyección para el año 2100 augura una pérdida de entre dos y tres metros de playa - La crecida afectaría a los acuíferos y a la agricultura

La subida del nivel del mar agravará la regresión de la costa de Cullera y Sueca

El cambio climático y el estado de emergencia para el planeta son tan reales como la vida misma. Los gobiernos de muchos países y la práctica totalidad de la población no se tomaron en serio las advertencias de los grupos ecologistas en su momento. Hoy la comunidad científica alerta de que las consecuencias pueden ser desastrosas. El calentamiento global se traducirá, entre otros problemas, en un irremediable crecimiento del nivel del mar que, en caso de que no se frenen las actividades dañinas, comportará graves problemas para los ecosistemas y la propia vida.

El crecimiento del nivel del mar, tal y como explica el divulgador científico José Luis Crespo, tiene su origen en dos factores. Por un lado, la expansión térmica del agua. Al calentarse el líquido elemento, se dilata y produce una subida. El otro tiene que ver con el regreso del agua que antes estaba congelada; aunque no con el derretimiento, por ejemplo, del polo norte, ya que se trata de hielo flotante y que, por tanto, ya ocupa espacio en el agua. El problema proviene de las capas de hielo posado, es decir, la de glaciares y la depositada sobre Groenlandia o la Antártida. De hecho, se calcula que si se derritiese todo hielo de Groenlandia, el nivel del mar crecería 6,5 metros, o lo que es lo mismo, afectaría hasta la segunda planta de muchos hoteles y apartamentos de primera línea. No obstante, ese es el escenario más catastrofista y podría tardar varios siglos en producirse.

Según Crespo, las proyecciones que se dibujan para el año 2100 en base a los estudios realizados por los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) y el Ministerio de Medio Ambiente de España auguran que el nivel del mar crecería entre medio metro y ochenta centímetros, aunque hay casos en los que podría superar el metro, dependiendo del nivel del nivel de calentamiento global. Para la costa del Mediterráneo y, por tanto, de la comarca, esto se traduciría en una pérdida de entre dos y tres metros de playa. A esa circunstancia se añade otro hecho. El calor tarda siglos en ser absorbido por los océanos, por lo que incluso si se frenasen todas las emisiones que provocan el efecto invernadero, el nivel del mal seguiría creciendo en los próximos años.

Invasión salina

Lo que a priori parece un problema que únicamente afectaría al turismo, tiene consecuencias mucho peores. El mar marca el nivel base de los ríos por lo que, si éste sube, los ríos también.Este hecho agravaría el riesgo de inundaciones, especialmente en una comarca como la Ribera, ya habituada a las embestidas del temido Júcar. Asimismo, el agua salada podría acceder a los acuíferos y contaminarlos. Lo mismo ocurriría en las desembocaduras de los ríos, lo que combinado con escasas precipitaciones agravaría el problema en muchas fuentes de agua dulce. De hecho, ya existen lugares del planeta en los que la tierra ha absorbido tanta sal al crecer el mar que ya no son cultivables. Eso sería un desastre para un territorio tan dependiente de la agricultura como el nuestro.

Aunque los primeros en notar los efectos, serían los vecinos de Cullera y Sueca (y sus entidades locales menores). Los ayuntamientos alegan tener poco margen de maniobra, pero son conscientes de la magnitud del asunto. «El problema es muy grave. Hace años que se viene avisando y poco ha cambiado. No obstante, como es una cosa progresiva, esperemos que se tomen las decisiones adecuadas en los niveles más altos de la político para frenar el cambio climático. No creo que tengamos que protegernos contra una catástrofe, debemos trabajar para evitarla», apuntó al respecto la concejala de Medio Ambiente de Sueca, Carmen Pérez.

«Los pueblos podemos contribuir a ello, en la medida de lo posible, reduciendo las emisiones nocivas a la atmósfera, reciclando o retirando los plásticos. Nosotros vamos a apostar por la peatonalización de algunas calles del centro, ya que reducir el tráfico y caminar son dos pequeñas acciones que nos ayudan en la lucha contra el cambio climático. Igualmente, vamos a apostar por el autoconsumo en algunas instalaciones, como el estadio de fútbol. Tenemos que evitar que la gente que vive en El Perelló o El Mareny llegue a sufrir daños personales, porque en los peores escenarios podríamos perder el turismo, pero también los cultivos», lamentó Pérez.

Vehículos híbridos

En la misma línea se mostró el alcalde de Cullera, Jordi Mayor: «Hablamos de un problema de tal magnitud que sobrepasa nuestro ámbito de actuación. Pero eso no quiere decir que nos quedemos de brazos cruzados. Nosotros ya trabajamos para frenar el deterioro que sufren las playas del sur del mismo modo que ponemos en marcha políticas encaminadas a frenar el impacto del cambio climático. Con la creación de nuevos carriles para bicicletas hasta casi completar un anillo alrededor de la ciudad y la implantación de un sistema de alquiler sin enganche fomentamos un medio de transporte que no contamina y reducimos la emisión de CO2 en 989 toneladas al año».

Asimismo, Mayor destacó que el consistorio cullerense ha realizado una fuerte apuesta por el inclusión de vehículos eléctricos o híbridos en la flota municipal del mismo modo que se han instalado puntos de recarga gratuitos en diferentes puntos de la ciudad. «Si a eso le sumamos las numerosas campañas de concienciación en los colegios, los cambios de iluminación por leds para reducir el consumo energético o la reducción del uso de plásticos, entre otras actuaciones, aportamos nuestro granito de arena a la protección del planeta», sentenció.

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