La reconversión varietal es un primer paso muy necesario para que la agricultura de Algemesí, de la comarca o la valenciana en general, vuelva a ser competitiva. El otro será más complicado debido al escepticismo que genera en buena parte del sector: la reagrupación de parcelas. «El camino a seguir es ese porque el minifundismo no tiene futuro y así lo contempla también el gobierno valenciano, que se prepara para afrontar este necesario cambio para el sector», resume el presidente de la Copal, Vicente Bomboí.

El problema se ejemplifica muy fácilmente. Se calcula que la media de extensión de las parcelas agrícolas en la Comunitat Valenciana es de una hectárea por propietario. Cada parcela tiene sus cuidados y sus gastos. Lo mismo ocurre con la recolección. Cada vez que un camión se desplaza a un campo hay que pagar por ello. Al día siguiente ese mismo camión vuelve al campo de al lado. Y al otro, al adyacente. El coste de producción se dispara.

Una manera de reducirlo sería de la unificar todas esas mismas parcelas en una de mayor tamaño. Esto no implicaría perder la propiedad de la tierra ni sus derechos económicos, pero reduciría drásticamente los gastos y, por ende, aumentaría el beneficio. Pese a ello, es una idea que no atrae al agricultor medio, tan temeroso frente a los cambios. Pero quizás no tenga otra opción a la que atenerse. Ya hay países que han modernizado su agricultura para contar con sistemas productivos mucho más eficientes y son capaces de obtener rentabilidad. Renovarse o morir.