Su rudimentario castellano todavía no alcanza para expresar con nitidez el drama que supuso tomar la decisión de abandonar Mali y dejar atrás una vida, una familia, incluida una esposa que esperaba su primer hijo, para subirse de forma clandestina en Mauritania a una pequeña embarcación o patera tras pagar por un pasaje más de lo que tenía y dar el salto a España en busca de un futuro incierto.

Hamed, que cuenta ahora con 23 años, salió de Mali huyendo de la guerra y tras pasar once meses en centros de refugiados de las islas Canarias, recaló en uno de los pisos de acogida que Cruz Roja gestiona en Alzira a través del programa de protección internacional. El joven ya tiene concedida la protección subsidiaria, una figura que se aplica cuando el solicitante no sufre una persecución directa pero procede de una zona de conflicto donde la vida de la población civil está en riesgo -el escalón siguiente sería el estatuto de refugiado- y se encuentra en la segunda fase del itinerario de integración, en el que goza de mayor autonomía, aunque el equipo de Cruz Roja mantiene la labor de acompañamiento.

Cualquier crisis de refugiados en el contexto internacional acaba por tener incidencia en alguna de las cinco viviendas de acogida temporal que, con 26 plazas que suelen estar siempre ocupadas, Cruz Roja tiene en Alzira y Carcaixent. «El contexto va cambiando», resume Yolanda Amiñoso, responsable provincial del Programa de Protección Internacional que, financiado por el Ministerio de Migraciones, gestiona la institución. Ciudadanos de Venezuela, Colombia, Malí, El Salvador, Guatemala, Honduras o Haití, entre otros países, conviven en estos pisos que pasan prácticamente desapercibidos.

En uno de ellos ha estado seis meses Hamed y aquí empezó a aprender castellano, lo que también le ha permitido optar a un empleo. No contempla regresar a su país y, pese a las duras experiencias de los últimos dos años, se muestra optimista: «No miro hacia atrás, mi futuro va a ser bueno, solo miro hacia delante y con ganas de tener un buen futuro», señala. Espera poder conocer a su hijo, que nació apenas una semana después de que él llegara a las islas Canarias, aunque lo fía todo a la providencia divina.

«En mi país hay una situación muy difícil porque siempre hay guerra y no puedo vivir cómodo, por eso salí de mi país y vine a España, para buscar otra vida», relata, mientras explica que el conflicto bélico que se vive en Malí se ha cobrado la vida de algunos familiares como el marido de su hermana e impide a su familia cultivar las tierras. En su huida, Hamed hizo escala en Mauritania, donde trabajó para ahorrar algo de dinero hasta que, con la ayuda de un amigo que le prestó lo que faltaba, pudo pagar los 1.100 euros que le pedían para darle una plaza en una patera que se echó al mar una noche con 46 emigrantes, todos varones.

Hamed ya no vive en el piso de acogida, aunque Cruz Roja le mantiene asignadas unas ayudas para cubrir sus necesidades básicas. «El empleo que tiene es puntual y le seguimos apoyando de forma que a lo que no llega con lo que gana lo cubrimos nosotros. Además, en el trabajo de acompañamiento puede seguir viniendo a clase de castellano, tiene apoyo psicológico y a nivel jurídico también consultar cualquier duda que tenga en el proceso», explica Amparo Díez, que trabaja en la coordinación de los centros de acogida temporal de Cruz Roja en la provincia. Hamed inició esta segunda fase en València, pero ha regresado a Alzira. «Cruz Roja me ayuda en muchas cosas y aquí, en esta época, hay trabajo», comenta.

Una crisis migratoria provocó que el ministerio solicitara a Cruz Roja la ampliación de plazas de acogida temporal y, en 2017, la institución empezó a ofrecer el servicio en Alzira. Los destinatarios del programa son tanto los solicitantes de protección internacional como aquellos que ya han obtenido el estatuto de refugiados o disfrutan de la protección subsidiaria. El itinerario completo se prolonga durante 18 meses, salvo en situaciones de vulnerabilidad excepcionales que pueden dar lugar a una prórroga, de los que seis corresponden a la fase de acogida en la que se prepara a las personas protegidas para que puedan ser autónomas. «Muchas de las personas que están acogidas han venido a ayudarnos como voluntarios de Cruz Roja durante la vacunación en Alzira», señala la presidenta de la asamblea local, Mari Creu Carrió.

El programa ha atendido en algunos momentos a familias completas. El equipo multidisciplinar que participa en el programa internacional en la base de Alzira -trabajadoras sociales, educadoras, psicológicas y abogadas- atendió en 2020 a un total de 607 personas y realizó 3.400 intervenciones.

Hamed recuerda las horas previas a embarcarse en Mauritania en la patera con la que pretendía llegar a España junto a otros 45 emigrantes. «De día no se puede caminar por allí porque la policía nos busca y no puedes pasar, sales por la noche, escondiéndote para coger una patera», relata. El joven admite que conocía que el trayecto en esa embarcación era peligroso, pero insiste en que no se podía quedar en Malí «porque no puedo vivir cómodo». Explica que la embarcación quedó a la deriva y sin víveres al segundo día de viaje. Pasaron otros dos días en el mar sin agua ni comida antes de que un helicóptero detectara la embarcación en medio del océano y fuera en su ayuda, haciéndoles llegar víveres en un primer momento.

«Dentro del agua lo pasas mal, muy mal, y fue difícil», la palabra que más repite para describir su vida en Malí, su salida por Mauritania y los días en la patera rumbo a una nueva vida. Comenta que si no hubiera sido por la costumbre de ayunar en el Ramadán no hubieran podido aguantar «dos días sin comida ni agua».

"Sin papeles no puedo trabajar"

Tras se rescatado por la «patera grande» (sic) pasó tres días en Las Palmas y después once meses en el centro de refugiados de Santa Cruz de Tenerife antes de que el ministerio le asignara una plaza de acogida temporal que le trajo a Alzira.

«Estoy feliz con el programa de Alzira porque me ayudan en muchas cosas, lo primero es la salud y me ayudan a cuidar la salud. Tengo dónde vivir cómodo y también me ayudan a estudiar castellano. Antes de llegar aquí no sabía nada y ahora estoy en la segunda fase del programa. También me ayudan a conseguir papeles y es importante porque si no tengo papeles no puedo trabajar», explica, mientras insiste en su agradecimiento al equipo de Cruz Roja, que también le ha ayudado a que un hermano menor de edad que llegó en otra patera a Canarias haya recalado en un centro de Segorbe, lo que le permite ir de tanto en tanto a verle.