De la patera de la muerte a la alegría de dar vida en la Ribera

El padre del bebé que inauguró los nacimientos de 2024 llegó a España en una balsa en la que fallecieron la mitad de los viajeros

Niuma y Cheikna junto al pequeño Housseni.

Niuma y Cheikna junto al pequeño Housseni. / Levante-EMV

David Chordà

El nacimiento del primer bebé de la Ribera, Housseni, tiene detrás una historia humana como pocas. O, quizás, como demasiadas. Según el prisma con el que se mire. El afán de superación de su padre, Cheikna, para lograr un futuro próspero para él y su familia fue clave. Este costamarfileño llegó a España en 2006 y como desgraciadamente es habitual, lo hizo en patera. Hace ya casi veinte años se subió a esta débil embarcación junto a otras 44 personas más para labrarse una nueva vida. Viajar en un vuelo regular les costaba «de cinco a seis mil euros». «Imposible para nosotros, por lo que tuve que venir en patera», recuerda Cheikna sobre su llegada al país. 

El grupo partía desde Mauritania con el objetivo de alcanzar Tenerife con los pocos recursos de los que disponían. El viaje «solo» duraba tres días. 72 horas a la intemperie por las aguas del océano Atlántico sin comida ni bebida. Las tres jornadas de navegación se convirtieron en una semana «ya que el guía se perdió», explica el centroafricano. Además, la travesía oceánica resultó fatal para una buena parte de la expedición que se subió a aquella balsa. «No todos lo pudieron aguantar. Más de la mitad, unos 24, murieron en el trayecto y, desgraciadamente, los tuvimos que tirar al mar», prosigue emocionado. 

La traumática experiencia le marcó para siempre, desde luego. Su mentalidad ha cambiado. «Después de ver la muerte tan de cerca, no le tengo miedo a nada, ni a la propia muerte», comenta al respecto. «Doy gracias de que nos salvara un barco, que nos recogió, y a la atención que recibimos por parte de la Cruz Roja», añade a continuación. Cheikna sumó más kilómetros a sus espaldas, ya que pasó de Tenerife a Barcelona. Tras su estancia en tierras catalanas, recorrió la Comunitat Valenciana para acabar en Alicante. Aunque ese no fue su destino último, ya que ha recalado en Alzira, donde es camionero autónomo. «Nuestro sueño era tener la nacionalidad española y estamos muy agradecidos de la acogida que tuvimos», admite.

Reencuentro familiar

Antes del nacimiento de Housseni, que llegó al mundo el día de Año Nuevo con un peso cercano a los tres kilos y medio, su esposa, Niuma, tuvo en Mali -de donde es originaria- una hija, Jenabou, que ahora tiene 9 años, y dos niños, Mahamadou y Mahamed, de tres y apenas año y medio, respectivamente. Hasta allí viajaba Cheikna cada año durante sus vacaciones, para poder estar junto a su familia. «Por fin pude solucionar todo el tema de los papeles y, sobre todo, reunir el suficiente dinero para traerlos aquí para que tengan una vida mejor», explica. 

Desde hace once meses, la familia al completo está con él en Alzira. Aunque, desde entonces, ha crecido con un integrante más. Sobre su situación en el continente africano, Cheikna comenta cómo las aspiraciones sociales, vitales y laborales se impusieron al amor que profesa por sus antecesores y su región: «Puedes querer estar en tu tierra porque no se está tan mal, pero soñamos con poder venir a Europa para mejorar», reflexiona. Y, aunque el cambio de África por España quedó lejos de sus expectativas, supuso una clara mejora de la que ahora disfrutan su mujer e hijos: «No nos encontramos con la situación que esperábamos, pero vivimos mejor por lo que estamos muy agradecidos», concluye.