Han pasado más de tres décadas desde que, en enero de 1986, se firmara el tratado de adhesión de España, como miembro de pleno derecho, de la Comunidad Europea. A partir de entonces, la comarca de la Safor, con el esfuerzo de sus habitantes, pero sobre todo a través de los fondos europeos y de los controvertidos E (plan Zapatero) y FLA (fondo de liquidez autonómico), ha ido evolucionando en cuanto a infraestructuras de una manera más que visible. Pero aquel desmadre de euros se les fue de las manos a la mayoría de ayuntamientos y se hicieron auténticas barbaridades, sobre todo en infraestructuras.

Que poblaciones como Bellreguard, Palmera y L'Alqueria de la Comtessa, separadas por tres acequias y con menos de 7.000 habitantes tengan, cada una de ellas, un completo polideportivo y otros muchos servicios, incluida la Policía Local, no tiene ningún sentido. Con algo más de «trellat» estaría todo agrupado. Un solo polideportivo, una Casa de Cultura y un centro Social sería suficiente. Se ahorrarían muchísimo dinero, sobre todo en los costosos gastos de mantenimiento y sin reducir mucho la plantilla que hay actualmente. Con los centros de salud no hay caso, cuantos más, mejor.

Lo de las tres policías es para llorar. Si hay un atraco en Bellreguard y el delincuente de un salto «mortal» y cruza la acequia que delimita con Palmera o, con otro salto, se planta en L'Alqueria, con la Legislación en la mano, ¿quién le persigue? En EEUU le correspondería a la policía de Palmera y, en último caso, a la de L'Alqueria. Si lo hiciese la de Bellreguard, donde ocurrió el delito, el conflicto político y judicial entre los tres pueblos, estaría más que servido.

Las policías locales en pueblos pequeños no sirven para casi nada. Otra cosa muy diferente sería tener una policía a nivel de la Mancomunitat.

Gandia tiene buena ubicación e idóneas instalaciones para poder hacerlo. Dejar retenes de información y control en los pequeños municipios y centralizarlo todo a través de la ciudad Ducal pero independiente de su ayuntamiento, sería una buena solución.

Décadas atrás, la mayoría de pueblos de la Safor se apañaba con un sereno y con el alguacil de turno. De la delincuencia y gente de mal vivir se encargaba la Guardia Civil.

Los escasos policías locales solo se veían en pueblos grandes como Tavernes de la Valldigna u Oliva. En la Gandia de los treinta mil habitantes, cabían todos los «municipales» en el «Urbanet», nada de coches patrulla ni de motocicletas supersónicas. Solo bicicletas, alguna moto de segunda mano y ¡a pisar adoquines! Daban un excelente servicio a la ciudadanía. Pero reconozco que el mundo ha cambiado mucho y más con la globalización.

Tampoco está nada mal presumir de tener tres pueblos en la Safor cuyas «fronteras» son tres acequias más o menos secas. Cuando si queremos encontrar una frontera real, más peculiar e interesante, no hay más remedio que desplazarnos Le Phertus. Es un lejano municipio francés que comparte calle con un barrio del pueblo de la Junquera llamado Els Limits. Allí una simple calle delimita la frontera entre Francia y España.

Puedes comprar cigarrillos «Gitanes» o naranjas «Germans Fuster» con solo cruzar la acera.