Los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a indignarse cuando, para cumplir un trámite al que obliga la ley, tienen que soportar largas colas por la ausencia de un mínimo sistema que permita agilizar el proceso y no tener que perder, a veces, hasta la jornada laboral.

Y esa indignación se está generando muchos días en la explanada del polígono Alcodar de Gandia donde se encuentra la nave de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), adonde acuden cientos de personas cada día para pasar la revisión, sin la cual no es legal seguir circulando.

Varias personas narraron ayer a este periódico que, desde hace entre dos y tres meses, la empresa que gestiona este servicio público del que es titular la Generalitat no da turnos para los próximos días, sino que la cita se prolonga a varias semanas, incluso meses. La mayoría no pueden esperar ese tiempo porque, como es habitual, la cita se pide unos días antes de que caduque la ITV.

En esa situación, no hay otra manera de conseguir el distintivo más que presentándose sin previo aviso, ponerse a la cola y esperar a que les llegue en turno. Es así como, desde noviembre pasado, se aprecian larguísimas esperas, de hasta cuatro horas indican algunos, para una revisión que los técnicos de la ITV llevan a cabo entre diez y veinte minutos.

No es extraño que en las últimas semanas las colas de los «sufridores» de esta situación ocupen hasta la avenida de Alcodar, donde está enclavada la ITV, superando la playa con las tres líneas de acceso al taller de revisión de que dispone el establecimiento. «Casi nadie presenta una queja», indican a este periódico usuarios que han sufrido esa situación, y añaden que la Generalitat, como titular del servicio, debería tomar cartas en el asunto y obligar a la empresa a gestionar mejor para no exasperar los ánimos de tantas personas. «Pasar la ITV ya se ha quedado como una acción reservada a los jubilados», indica otro usuario, que se lamenta por las horas de trabajo perdidas.

El problema alcanza también a los profesionales, mecánicos que pasan la revisión a sus clientes, que tampoco consiguen la cita previa que piden y que se tienen que someter a las larguísimas esperas. «En verano es mucho peor. Al sol y sin ninguna protección. Una auténtica vergüenza», concluye otro usuario.