Casi 40 años después de la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Oliva y unos cuantos más desde que desaparecieran las antiguas fábricas de ladrillos, baldosas y revestimientos, la ciudad vuelve a fijarse en el sector dels Rajolars, situado al suroeste del núcleo urbano. Por primera vez el ayuntamiento olivense, por iniciativa de su alcalde, David González, de Compromís, quiere abrir un debate sobre qué hacer con esta zona, que continúa degradándose al no tener ningún uso, ni industrial ni residencial, a excepción de algunas «casetas».

El alcalde ha mediado para que la Generalitat, a través de la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio, incluya a este sector en la convocatoria Europan 15-Ciudades Productivas 2019-2020. Se trata de un concurso bienal de ideas dirigido a jóvenes arquitectos (menores de 40 años) y de ámbito europeo. Gracias a esta iniciativa se espera que lleguen propuestas para revitalizar este emplazamiento, aunque no sean vinculantes.

Participar no supone ningún gasto para el municipio, ya que la Generalitat abona la cuota de inscripción, que asciende a 44.000 euros. Desde que se creó Europan, en 1988, se han celebrado 14 convocatorias. Su comité en España está formado principalmente por las administraciones públicas y lo preside el Ministerio de Fomento.

El plazo de inscripción de Europan 15 se abre en marzo. Entre abril y may0 se organizarán visitas a los emplazamientos propuestos, y el fallo del concurso está previsto en noviembre.

«Es una buena noticia y además servirá para poner a Oliva en el mapa, ya que la ciudad participará junto con capitales españolas y europeas», señaló el alcalde. González anima a que se presenten arquitectos olivenses, individualmente o formando un equipo, «ya que al fin y al cabo son los que mejor conocen el terreno». El premio para el ganador es de 12.000 euros y Europan 15 se compromete a contratar con el estudio un anteproyecto para desarrollar algo más esa idea.

La superficie propuesta por Oliva abarca un perímetro mayor que el entorno dels Rajolars propiamente dicho. En total son 200.000 metros cuadrados, un flanco de transición entre la huerta y el casco urbano. Los técnicos municipales han elaborado un «dossier» con el fin de ofrecer unas pautas generales y orientativas a quienes opten al concurso.

Así, por ejemplo, se recuerda que están protegidas las chimeneas y sus hornos vinculados; la conveniencia de potenciar el cauce del barranco del Riuet dels Frares como elemento integrador; neutralizar el carácter de marginalidad de las zonas limítrofes del casco antiguo y del ensanche; o mejorar la movilidad solucionando el acceso a la ciudad por el sur.

En la parcela dotacional escolar prevista en el PGOU, junto a la fábrica de la empresa Terracuita, al Gobierno local le gustaría tener un centro de formación profesional de alto rendimiento donde se cursen estudios que tengan relación con el territorio, como el agroalimentario, la cerámica, la gestión del agua o el turismo, si bien para ello tendría que entrar en escena la Generalitat, que tiene las competencias en la materia.

El PGOU de 1982, año en el que els Rajolars ya eran arqueología industrial, abría la puerta a convertir ese suelo en residencial, pero hasta ahora ninguna promotora se ha interesado en presentar un proyecto por las limitaciones urbanísticas que establece el citado plan: dos alturas y una construcción diseminada. Así pues, en el caso de construir viviendas se tendría que modificar el PGOU, a la vista de que los requisitos vigentes han fracasado.

Por otra parte, aunque las diez chimeneas están protegidas, es prácticamente un milagro que hayan aguantado el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas, ante en el estado lamentable en el que se encuentran. En 2006 se rehabilitó una, la de Cerámica Olivense, la única fábrica de cocción tradicional que se mantiene operativa en la zona alta del paseo dels Rajolars.

El melón sobre els Rajolars, por tanto, se ha abierto. Es una superficie inmensa que podría solucionar las carencias de Oliva en zonas verdes o en dotaciones.

Desde principios del siglo XX las fábricas de ladrillos impulsaron el desarrollo del barrio de Sant Francesc, ya que atrajeron a numerosas personas para trabajar, procedentes incluso de otras autonomías, pero estas fueron desapareciendo a partir de los años 70.