Las Chafarinas, islas situadas al norte de Marruecos (foto 3), fueron ocupadas en 1848 por el general español Serrano cuando Francia pretendía apropiárselas aprovechando la conquista de Argelia. Las tres islas que conforman el archipiélago se denominan del Congreso, Isabel II y del Rey Francisco. En 1902 estaban habitadas por menos de mil personas y eran apetecibles tanto desde el punto de vista estratégico como político, ya que desde Orán hasta el Estrecho de Gibraltar no existía puerto alguno que sirviera de refugio a las embarcaciones. En dicho punto el mar es tan bravo como inhóspita es su tierra.

El periodista M. León Dubochef dejó constancia de una visita en el diario parisino Le Siecle (fechada en Kiss, frontera con Marruecos) en la cual hace una descripción detallada de las citadas islas, resaltando la gran importancia marítima del archipiélago.

En ella recaló el infatigable explorador menorquín Saturnino Jiménez, casado con una mujer rusa cuyo padre fue el ingeniero que construyó la base naval rusa de Port Arthur, en Corea. Procedentes de Siberia y tras recorrer el matrimonio el mundo entero, llegó Saturnino a ejercer una extraordinaria influencia sobre el Gobernador, llegando a declarar a Dubochef que el 5 de agosto de 1902, una de las tres islas del archipiélago, la conocida como del Rey, pronto se hallaría transformada en un gran puerto, depósito de carbón y de víveres, debido a las condiciones excepcionales de las Chafarinas, pudiendo llegar a ser uno de los mejores puertos militares de la zona.

Saturnino, según le relataba, afirmaba ser gran amigo del ministro de la Guerra, el General Valeriano Weyler, (foto 1) el cual, obedeciendo a sus instancias, iba a reemplazar al Gobernador de las Chafarinas, el teniente coronel del Estado Mayor D. Pablo Artal y Abad, por el joven capitán de Artillería Rafael Ripoll Cabrera, (foto 2) nacido en Madrid y residente en Gandia, donde llegó a ser alcalde de la ciudad en dos periodos por mandato del Gobernador Civil de Valencia. Ripoll se hallaba en dicho momento en el Parque de Artillería de Melilla. Según Jiménez, el capitán Ripoll era un hombre de energía y actividad tan extraordinaria que no dudaba de que sacaría de las Chafarinas un partido que hasta dicho momento ni tan siquiera podía sospecharse.

Al final de la carta enviada por Dubochef al periódico Le Siecle, en referencia a Saturnino Jiménez, le parecía un personaje misterioso, llegando a sospechar que no procedía unicamente por cuenta de España.

Las crónicas ya no revelan más sobre el papel del joven capitán, que llegó a general del Ejército Español, pero lo cierto es que esas islas, situadas a 1,9 millas de la costa al este de Melilla, continúan siendo territorio español.