El estado de alarma provocado por la crisis sanitaria del Covid-19 inunda el día a día de toda la ciudadanía, pero la vida, aunque de manera diferente, continúa y, por suerte, también hay buenas noticias como es el caso los vecinos de Simat de la Valldigna, Ana Olivera, Mario Fons y Salva Ferrando, quien han sido padres durante las últimas semanas.

Ana Olivera fue madre el pasado 5 de abril en el hospital La Paz de Madrid. Reconoce que, cuando comenzó el estado de alarma el 14 de marzo, "ya imaginaba que iba a afectarnos, sobre todo porque en Madrid se habían disparado los casos y la situación era muy grave". Sin embargo, explica que dentro del edificio de maternidad se sentía segura en medio de una falsa sensación de calma, pero "en casa, cuando escuchábamos las noticias, estábamos atemorizados por lo que nos podíamos encontrar".

Ana explica que en el centro se tomaron muchas medidas desde el primer momento. "Cuando fui la semana anterior, la enfermera se encargaba de abrir los pomos de las puertas y desinfectaba hasta el grifo", recuerda. Además, los sanitarios tampoco permitieron ni a ella ni su marido salieran de la habitación en ningún momento del ingreso. Una de las preocupaciones de Ana era saber si su esposo podría estar con ella en el parto, uno de los momentos más importantes. "Los médicos me dijeron que no había ningún problema, pero dependía de cómo evolucionara la curva", señala.

Mario Fons no tuvo la misma suerte el 31 de marzo. Él no pudo acompañar a su mujer, Lara Peiró, durante el parto. "Nos dijeron que se había tomado la decisión y que no podía estar", explica Lara. Además, durante el parto, ella tuvo que ir en guantes y mascarilla. Lara no pensaba que la crisis del coronavirus fuese a ser tan grave. Mario y Lara habían decidido que el parto sería en Gandia, pero cambiaron de opinión en el último momento. "En un hospital público teníamos más miedo a contagiarnos y decidimos dar a luz en la privada", explica Mario.

El parto estuvo programado y sólo tuvieron que estar en el hospital 48 horas. Ambos afirman que todo el personal iba con mascarilla y los pasillos del hospital estaban vacíos. Mario apunta que no fue al bar en ningún momento y se llevaba la comida de casa para evitar el contacto con el resto. "En el centro nos habían dicho que había dos casos confirmados y estaban separados de la gente, por lo wque estábamos más relajados", señala Mario, añadiendo qu "Los días previos estábamos muy angustiados porque no sabíamos cuál sería la situación que nos encontraríamos".

Salva Ferrando y Ángela Gascón también fueron padres el pasado 11 de abril. Salva sí pudo acompañar a su mujer en todo momento. "En un principio me dijeron que no podía estar, pero rectificaron", explica. Dos días después del parto ellos también estaban en casa y, desde ese momento, han salido de casa en muy pocas ocasiones. Salva se encarga de hacer la compra y señala que "tenemos miedo porque la niña es pequeña y, por tanto, no tiene las suficientes defensas". Cuando llega a casa, se quita los zapatos y las deja fuera, tira la mascarilla y los guantes a la basura y se desinfecta antes de agarrar a la niña. Ambos reconocen que la situación es complicada, ya que son primerizos y "nos gustaría tener la ayuda de nuestros familiares porque hay momentos que nos encontramos perdidos".

Las redes sociales son una gran ayuda ante estas situaciones y todos estos jóvenes padres y madres siempre están pendientes del teléfono para hablar, realizar videollamadas con sus familiares o enviarles videos o fotografías, ya que ellos no han podido conocer a los bebés. Por ello, reconocen que lo primero que harán será visitar a los abuelos y al resto de la familia. También expresan su deseo de salir a pasear y visitar a los amigos. Todos coinciden en que esta situación marcará un antes y un después.

Las historias de Ana, Mario y Salva constituyen la parte positiva de toda esta crisis. Para ellos, el hospital ha sido el inicio de una nueva vida en medio del confinamiento y de un estado de alarma que a todos les dejará una gran huella.