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Cáritas Gandia alerta del aumento de sin techo con enfermedad mental tras el confinamiento

El número de personas que duermen en la vía pública ha pasado de 30 a 40 desde que se decretó la pandemia - La entidad detecta casos que han acabado en la calle al agravarse sus problemas por estar dos meses sin salir de casa

Un sin techo duerme en el portal de un antiguo banco en la calle Tosal de Gandia, ayer. levante-emv

Diez personas más viven en las calles de Gandia desde que se inició la pandemia del coronavirus. Son los datos, con diferentes variabilidades, que maneja Cáritas Gandia en función de las atenciones que está ofreciendo en las últimas semanas. Pero, sobre todo, es una muestra de cómo la crisis sanitaria está alcanzando a los estratos sociales más vulnerables.

El verano está siendo especialmente duro en este aspecto. Antes de que la Covid-19 se convirtiera en un asunto que prácticamente condiciona todos los aspectos de la vida cotidiana y que ha dinamitado los avances económicos y sociales de los últimos años, en la ciudad se contabilizaban una treintena de personas sin techo. Actualmente, la cifra se ha elevado hasta los 40.

Son diez más y se les puede ver por diferentes puntos de la ciudad. De hecho en las últimas semanas han llamado la atención de vecinos y vecinas un hombre que duerme en el portal de un local cerrado en República Argentina, que se ha construido una pared con cartones, otro que pasa las noches en el portal de una antigua entidad bancaria de la calle Tossal o el que se refugia junto al Torreó del Pi.

Cáritas contabiliza como personas que viven en la calle a aquellas que acuden a recibir comida cada día en alguno de los dos centros que la entidad gestiona en la ciudad. Existen dos casuísticas diferentes: por un lado, quienes, como en estos ejemplos, duermen al raso y por otro los que lo hacen en infraviviendas, naves abandonadas o espacios que, al menos, les permiten tener un mínimo techo y cocinar. Durante la pandemia, entre los dos colectivos llegaron a sumar un centenar de personas atendidas diariamente, según explicaban desde Cáritas Gandia. Actualmente, a quienes pernoctan al aire libre se les entrega la comida cocinada, mientras que a los segundos sin cocinar para que puedan elaborarla ellos mismos.

Además, cabe sumar a la lista a cinco personas que vivían en la calle y a las que ahora se paga una habitación por parte de Cruz Roja, según señalaba ayer su presidente, Toni Martí.

Algunas de las personas que duermen en la calle viven, además, una dura realidad. Desde cáritas han detectado que algunas sufren enfermedades mentales que se han agravado con el confinamiento. El hecho de no poder salir de casa durante más de dos meses, la falta de atención médica o la ruptura de elementos que hacían mantener el equilibrio como el contacto con familiares o amigos ha provocado problemas en personas que han acabado durmiendo en la calle, como explicaba Puente.

El subdirector de Cáritas habla de casos «muy graves» y de personas que antes de las medidas impuestas para parar la expansión del virus no presentaban síntomas de enfermedad mental. Señalaba que «hay quienes no comerían si no les llevaras tú los alimentos al punto donde se encuentran, porque sabes que no van a acudir al centro». Desde la entidad han tenido que actuar en situaciones en las que incluso había una persona deambulando sucia y desnuda por la calle. En algunos casos, el problema se ha suavizado cuando se le ha suministrado la medicación que solían tomar y que habían abandonado también como efecto del confinamiento y las medidas para afrontar la pandemia. La casuística es variada. Están quienes han abandonado la medicación debido a las restricciones en la atención sanitaria pero también a quienes les ha afectado el propio hecho de estar encerrados en casa tanto tiempo. «Hay gente que necesita salir al menos un rato cada día y el no poder hacerlo ha provocado que se agrave su problema».

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