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Cara y cruz de la cultura del agua

El partidor de agua de la Casa Clara, en Potries. | LEVANTE-EMV

Con el proyecto del Molí Vell de Beniflà, este municipio quiere incorporarse a otros de la zona que, bien por parte de los ayuntamientos o de empresas privadas, en las últimas décadas han llevado a cabo magníficas rehabilitaciones de elementos patrimoniales que ahora se engloban en la llamada «cultura del agua». Con ese nombre se engloba lo que queda de todo el sistema de aprovechamiento de los recursos hídricos, incluyendo uso del agua como fuerza motora de los molinos de la cuenca del Serpis. Por ser restaurantes, miles de personas conocen el Molí Canyar de Potries, el Molí Canyisset de la Font d’en Carròs o, en Beniflà, el Molí Nou. Palma de Gandia, que también disponía de un gran molino del siglo XIV cerca del cauce del Vernissa, lo perdió en la década de los 70 del siglo pasado, cuando fue derribado para ensanchar campos de cultivo.

Ahora, cuando el sistema de riego a goteo predomina y sigue ensanchando su superficie, muchas voces llaman la atención sobre la necesidad de evitar que elementos que se usaron durante siglos acaben abandonados y, peor aún, derribados o destruidos.

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