Las alrededor de 1.000 personas que habitan durante el verano en la urbanización de La Llacuna, cuya gran parte pertenece al municpio saforense de Villalonga, fueron desalojadas ayer por el avance del fuego de la Vall d’Ebo. Varios vehículos de la Policía Local y la Guardia Civil fueron dando aviso a los ocupantes de las alrededor de 400 casetas que hay en la zona para que dejaran todo y fueran abandonándolas de forma ordenada.

Pese a que a esas horas el fuego no había saltado al término municipal de Villalonga, las autoridades ya mostraban de mañana su preocupación por que eso pudiera suceder. Además, según apuntaron fuentes de la Policía Local a este periódico, en algunos puntos ya empezaba a ser complicado respirar por culpa del humo. Estas dos circunstancias fueron las que llevaron a tomar la decisión de desalojar la urbanización como medida de precaución.

Además, el propio alcalde, Román Garrigós, explicaba a Levante-EMV que la Llacuna es una zona con solo una vía principal de evacuación en la que se unen varios caminos rurales, lo que podría provocar un caos en el caso de que se decretara un desalojo urgente con las llamas ya encima. «Se ha tomado la mejor decisión de sacar a los vecinos en previsión de lo que pudiera pasar», indicaba. 

De momento, solo se ha tenido que realojar a una vecina de origen inglés en el pabellón multiusos, ya que la mayoría de las viviendas de la zona son segundas residencias. Además, el ayuntamiento, con la asociación animalista, está sacando también a todos los animales que hay en las casetas de la zona para reubicarlos en un núcleo zoológico municipal.

Durante los primeros minutos del desalojo hubo algo de desconcierto debido a que mucha gente intentó subir a La Llacuna con el pretexto de recuperar animales que tenían en las casetas o bajar a personas mayores. Sin embargo, la Policía Local lo impidió, algo de lo que se quejaron algunos vecinos y vecinas. Sin embargo, desde el ayuntamiento aclararon que esta decisión solo duró el tiempo que se desalojaba por completo la urbanización y que, tras esto, ya se dejó acceder a personas que tenían algo que recuperar. El objetivo era evitar a los posibles curiosos que buscaban acceder para comprobar de primera mano lo que estaba ocurriendo.