El Partido Popular de Oliva lleva muchos años sufriendo las consecuencias de la crisis que estalló en 2009 y que se agravó enormemente con las gestoras, constituidas precisamente para atajarla. La hemeroteca guarda triste memoria de aquel lamentable episodio del que, por desgracia, los bochornosos titulares no son la única herencia. También (y sobre todo) lo son las 2 desgarradoras escisiones que se produjeron en 2010: la de PRO y la de PGdO. Ambas formaciones con numerosos exmilitantes entre sus fundadores.

Estas divisiones internas se han traducido en alcaldías de PSOE y Compromís, que llevan prácticamente 20 años repartiéndose la vara de mando. De hecho, en la actualidad los partidos que están en la oposición suman más votos que quienes gobiernan: 5.727 frente a 5.258. Y algo similar ocurrió la pasada legislatura, cuando PP, PRO y PGdO sumaban 11 concejales y aun así ninguno ostentó la alcaldía, lo hizo Compromís. Hace casi dos décadas que los populares estamos en el banquillo, lo que en buena parte se explica por las dichosas fracturas.

Quienes suscribimos este artículo hemos padecido en primera persona las secuelas de aquella dolorosa crisis. El tiempo de las gestoras dejó un panorama desolador, al que se sumó la humillante pérdida de la sede, el escándalo de la operación Sangonera y las polémicas protagonizadas por nuestra exlíder. Fueron momentos muy duros. Sin olvidar que no resultaba fácil dar la cara por el PP en aquellos momentos, en los que frecuentemente aparecían casos de corrupción a nivel nacional y autonómico.

Debido a todo esto, en 2019 la marca estaba en horas muy bajas. Especialmente aquí, con las luchas internas y los escándalos propios. Las encuestas pronosticaban un batacazo y nadie se atrevía a ser candidato. Mientras muchos se ponían de perfil, Salva Llopis asumió esa responsabilidad, dando un paso al frente en momentos críticos. Afrontó el reto con la campaña más austera de todos los tiempos (y de todos los partidos). Lo sorprendente es que, tras el porrazo electoral, resurgió de sus cenizas, como el ave Fénix. Y contra todo pronóstico «Cota» y su equipo están devolviendo la ilusión y la autoestima a muchos simpatizantes. El secreto: trabajo, trabajo y más trabajo. Algo que nadie puede negar, y que mucha gente valora positivamente. Ahí están los datos y las sensaciones, tanto en la calle como en las redes sociales. Por eso muchos nos quedamos atónitos al oír hablar de otra crisis... justo ahora. Y muy preocupados al ver que se reeditaban errores pasados.

Los que conocemos a Salva Llopis sabemos de sobra que nunca ha tenido la más mínima intención de encabezar la futura lista. Lo hizo por obligación una vez, y ya ha tenido bastante. Su preocupación era que el futuro candidato (o candidata) no vuelva a sentirse solo, sino que encuentre un partido cohesionado y motivado. Por eso y para eso se postuló a la presidencia local. Unos militantes le hubiésemos votado y otros hubiésemos votado a otro/a, pero precisamente eso es la democracia: la posibilidad de elegir y decidir con tu voto. Lo que resulta difícil de entender, en los tiempos que corren, es que se vete a un afiliado a presentarse a un cargo orgánico. O que se impida la celebración de un congreso local, sin el cual no hay democracia interna. No deberían conculcarse de esa manera derechos que la ley y los estatutos reconocen a todos los afiliados. Por eso entendemos el malestar de la militancia. En especial aquí, donde siguen tan frescas las heridas del tiempo de las gestoras; cuyo fantasma, a causa de ciertos movimientos, ha reaparecido con fuerza últimamente.

Pero precisamente para no volver a sumirnos en la oscuridad, desde nuestra humilde condición, hacemos una llamada a la responsabilidad por el bien del partido y de Oliva. Aunque cueste, hemos de anteponer los intereses generales a las cuestiones particulares. No debemos olvidar que la política debería ser el arte del buen gobierno, de la búsqueda del bien común para los habitantes de la «polis». El arte de trabajar para llegar a acuerdos, sorteando los conflictos. Desde esa visión positiva del término, pensamos que aún hay tiempo para dialogar y acercar posturas, evitando así un choque de trenes que sólo beneficiaría a los rivales políticos... y perjudicaría a nuestra ciudad, una vez más.

Estamos firmemente convencidos que es posible encontrar fórmulas para resolver el conflicto sin reavivar la crisis de 2009. Y de que juntos somos capaces de reconducir la situación. «Ningún reto se encuentra más allá de la capacidad creadora de la especie humana», decía Kennedy en 1963. En nuestra modesta opinión, bastarían unos sencillos gestos para rebajar la tensión y conseguir que la militancia se sintiera valorada: fijar una fecha para el congreso (aunque sea a medio-largo plazo), y dotar de más pluralidad a la gestora (que debería tener una presidencia de consenso). Así, unidos, podríamos trabajar sin descanso para que nunca se repita la desmovilización de 2019. Oliva no debe continuar otra legislatura más en manos de quienes no saben gestionarla. 20 años de PSOE-Compromís son suficientes.

Por último, creemos que sería un grave error prescindir de talento por culpa de vendettas personales. En la actualidad se está haciendo un gran trabajo de oposición; cualquiera que siga la política local puede verlo. Desaprovechar ese capital político sería una irresponsabilidad que no podemos permitirnos. Hay que sumar, no restar (no sobran manos, precisamente). Por favor, dejemos atrás las rencillas internas y demos paso a la buena política.