Gandia "estrena" la iglesia del siglo XVIII que la ruina y la guerra civil borraron del mapa

Casi setenta años y millón y medio de euros han sido necesarios para acabar la «nueva» Sant Josep del Raval, de la que solo se salvó el campanario

El arzobispo Benavent bendice el altar y dedica el templo impulsado por el sacerdote Priscilio Ruiz

La «nueva» iglesia de Sant Josep, en el Raval de Gandia, en una imagen de esta Navidad

La «nueva» iglesia de Sant Josep, en el Raval de Gandia, en una imagen de esta Navidad / Levante-EMV

Sergi Sapena

El arzobispo de València, Enrique Benavent, preside este mediodía en Gandia uno de esos actos que se hunden en la historia. El prelado dedicará y bendecirá la iglesia parroquial de Sant Josep, en la céntrica plaza del mismo nombre de la capital de la Safor.

La singularidad es que este es, por así decirlo, el segundo templo de Sant Josep. Porque el primero, surgido de una ermita anterior dedicada a Santa Isabel y construido a lo largo del siglo XVIII a las órdenes del fraile y arquitecto Onofre Trotonda, el mismo que remató el campanario de la Seu de Gandia, fue literalmente borrado del mapa durante la guerra civil. Si bien a principios del siglo XX esa iglesia ya era una ruina, fruto del abandono y la desidia, lo que quedaba fue incendiado y demolido en los días posteriores al golpe de estado de 1936 que desató la guerra.

Una vez pasada aquella tragedia surgió el ánimo de la reconstrucción. En los grises años del nacionalcatolicismo lo primero fue recuperar las misas, que tuvieron lugar en la nave de la bodega Casa Colau, situada en la misma plaza de Sant Josep. Pero con aquella extrema pobreza de la década de los 40 fue imposible acometer el nuevo templo, una labor que tuvo que esperar a 1955, impulsada por el párroco Vicente Pascual Solbes, fallecido en 1960.

El edificio, sin embargo, cambió de ubicación porque el ayuntamiento aprobó abrir un paso entre esa plaza y la calle de Baix, de manera ya no se situó pegado al campanario, el único elemento que se salvó, sino unido por un arco libre en su parte inferior y sobre el que se erigió la casa abadía.

A partir de ahí, con más o menos impulso, la iglesia fue tomando forma, y todos los párrocos han mantenido el proceso que ahora culmina Priscilio Ruiz, el sacerdote titular desde el año 2000, bajo la dirección del arquitecto Rafael Hueso, quien este pasado jueves confesó que en su primera revisión al campanario le dio la impresión de que se iba a caer.

«Un proyecto fantástico»

La parroquia ha informado que solo en los últimos veinte años se han invertido un millón y medio de euros en los trabajos, la mayoría provenientes de donaciones de fieles y particulares, si bien la Administración también ha financiado algunas actuaciones. Una familia del Raval prestó dinero que le ha sido devuelto posteriormente «sin intereses», destaca la parroquia.

En la ceremonia religiosa que hoy preside el arzobispo Benavent los sacerdotes que participen saldrán desde Casa Colau, aquel viejo almacén que hizo de iglesia tras el derribo del edificio original. Es otro detalle que pretende transmitir el agradecimiento por la cesión del local y la idea de «continuidad» de un templo que físicamente desapareció con el que ahora se ha podido terminar.

«Tras muchos años de esfuerzos hoy se puede ver la iglesia concluida», ha señalado el sacerdote titular de Sant Josep, quien añade que, además de la celebración litúrgica y pastoral, «también la ciudad de Gandia ve enriquecido su patrimonio cultural, arquitectónico, escultural y artístico». 

«Hemos llegado al culmen de un proyecto fantástico», concluye el párroco Ruiz sin ocultar su entusiasmo, mientras explicaba algunos de los detalles de esta singular «reconstrucción» que ha durado setenta años.

El gran retablo, con su autor, el sacerdote, el arquitecto, el alcalde de Gandia y la concejala Codina a sus pies.

El gran retablo, con su autor, el sacerdote, el arquitecto, el alcalde de Gandia y la concejala Codina a sus pies. / Natxo Francés

Un san José «paternal», una imagen de san Juan Pablo II y los buñuelos que reconstruyeron el templo

La iglesia de Sant Josep de Gandia es ya la primera del siglo XXI en esta ciudad, y eso se va a notar no solo en su acta oficial de dedicación, que es hoy, sino también en sus elementos.

Porque en su interior, además de los santos «de toda la vida» se pueden ver elementos propios de las últimas décadas de la historia eclesial.

Uno de ellos es la talla del papa Juan Pablo II, elevado a santo en el año 2014. La escultura es obra del gandiense Ricardo Rico y, según destacan desde la parroquia, es una de las figuras más logradas del papa polaco.

Otro aspecto más importante desde el punto de visa de la «modernidad» es el gran retablo del altar mayor, una obra de más de quince metros de altura realizada por José Manuel Pozo. En uno de sus 23 cuadros aparece el titular de la parroquia, San José, con la particularidad de llevar al Niño Jesús en brazos, en una actitud muy paternal poco frecuente en la iconografía tradicional de la Iglesia.

Y en ese mismo retablo aparecen unas calabazas que rinden homenaje a las mujeres de la parroquia que durante años vendieron buñuelos para financiar las obras del templo.

Un aspecto de humanidad muy terrenal es la figura de un perrito en un cuadro del retablo. El animal es de la hermana del sacerdote Ruiz. 

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