Punto y seguido

La Gandia invisible

Dos personas durmiendo en sendos bancos del paseo de les Germanies de Gandia

Dos personas durmiendo en sendos bancos del paseo de les Germanies de Gandia / Levante-EMV

OPINIÓN / Enrique Orihuel

El mito de la invisibilidad se remonta a hace más de dos mil años. Platón mencionó a un pastor llamado Giges que encontró un anillo mágico que le hacía invisible cuando lo giraba. Ese mito, con diversas variantes, ha sido recurrente en la literatura. Sus más recientes versiones fueron el ‘Anillo Único’ de la saga de ‘El señor de los anillos’ y la ‘capa de invisibilidad’ de Harry Potter. También Santiago Ramón y Cajal, padre de la teoría de las neuronas, hizo referencia al mito de la invisibilidad en uno de sus mordaces aforismos: «El anillo de Giges: ¿Quieres ser invisible para los hombres? Sé pobre».

Tenía razón don Santiago al relacionar la pobreza con la invisibilidad. Una escritora, Elena Bethencourt, capturó en un microrrelato la esencia del ‘superpoder’ de las personas en situación de pobreza: «Creo que no soy un superhéroe porque no vuelo excepto con la imaginación, mi única fuerza es la de voluntad, no lucho contra el mal, solo contra el hambre y el frío. Pero sí tengo un superpoder: soy invisible. Soy capaz de cruzar la ciudad sin que nadie me vea, de estar toda la mañana con la mano abierta sin que noten mi presencia y lo más difícil: puedo hablar sin ser oído. A veces me pregunto si de verdad soy invisible o si el mundo está ciego. Sácame de la duda: ¿tú me ves?».

Aunque no las veamos, no menos de 17.900 personas forman parte de la Gandia invisible de la pobreza y la exclusión. De ellos 3.100 son menores de 16 años. Estas cifras se deducen de los datos de la «tasa de riesgo de pobreza o de exclusión» (tasa AROPE) que refleja el porcentaje de población que vive en hogares en riesgo de pobreza, privación material o social severa, o intensidad laboral muy baja.

Sin embargo, el escalón más bajo de la pobreza, la vulnerabilidad más grave, se mide mediante la tasa de «privación material y social severa» (PMSS). En la Safor el 6,50% de la población está en esa situación. En Gandia, la imagen –invisible– más cercana y humana de esa pobreza que habita a nuestro lado, son unas 5.000 personas en situación de privación material y social severa, entre las que se encuentran 1.400 niños y adolescentes menores de 16 años.

La Safor es, en la provincia de Valencia, la comarca con la tasa AROPE más elevada y está entre las cuatro comarcas con mayor porcentaje de personas en situación de privación material o social severa. A nivel nacional la situación tampoco es buena. España tiene la cuarta tasa AROPE más elevada de la Unión Europea: tan sólo Grecia, Bulgaria y Rumanía tienen valores más altos según datos de 2022 de la Oficina Europea de Estadística.

La buena noticia es que la tasa AROPE descendió en España al nivel de pobreza de 2019. La mala noticia es que no se ha alcanzado el objetivo para 2022 de la Agenda 2030. La noticia más triste y lamentable es que los niños y adolescentes se llevan la peor parte: casi uno de cada tres niños y adolescentes menores de 16 años se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión.

Miedo hacia la pobreza

La invisibilidad de estos miles de personas, conciudadanos nuestros, se debe en primer lugar a que no los vemos porque tendemos a evitar mirar hacia quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. Incluso existe un cierto nivel de miedo, rechazo u hostilidad hacia la pobreza y hacia las personas en esa situación: es la aporofobia que definió la filósofa Adela Cortina.

También está la invisibilidad debida a que, a diferencia de otros colectivos, las personas en situación de privación material y social severa no tienen interlocutores, ni se manifiestan ni reclaman su derecho a una vida digna. Por eso no suelen ocupar lugares prioritarios en las agendas de las administraciones públicas. Aunque existen numerosas políticas sociales, o son insuficientes o no siempre llegan donde deberían, sólo así se explican lo poco satisfactorios resultados en la lucha contra la pobreza.

Cáritas lanzó un mensaje en Gandia durante las pasadas Navidades: «Pedirle a los Reyes Magos una manta no debería ser la preocupación de un niño o una niña». Desgraciadamente no era la frase ingeniosa de un creativo publicitario, sino el reflejo de una carta verídica a los reyes que un niño de Gandia escribió, pidiendo una sábana… y un trabajo para su madre.

Están aquí, a nuestro lado, pero… ¿los vemos?, ¿los oímos?

Nota bene: Los datos estadísticos utilizados en este artículo corresponden a 2022 y proceden del Institut Valencià d’Estadística (Indicadores de pobreza y condiciones de vida a nivel subregional), el Instituto Nacional de Estadística y Eurostat. Para Gandia se han utilizado las tasas de la Safor.