La contaminación atmosférica se asocia con una menor respuesta a las vacunas de la covid-19

Un estudio de ISGlobal, impulsado por la Fundación «la Caixa», revela la relación entre polución y los anticuerpos

Personal de un centro de salud se prepara para vacunar a pacientes.

Personal de un centro de salud se prepara para vacunar a pacientes. / Daniel Tortajada

Las personas expuestas a niveles más altos de contaminación atmosférica antes de la pandemia presentaron respuestas más bajas de anticuerpos a las vacunas de la covid-19, según un estudio dirigido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa», en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol. En concreto, la exposición a partículas finas (PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y carbono negro (hollín) se asoció con una disminución de alrededor del 10 % en las respuestas de anticuerpos IgM e IgG en personas sin infección previa. Los resultados, publicados en Environmental Health Perspectives, aportan más evidencia sobre los efectos adversos de la contaminación atmosférica en el sistema inmunitario. 

La contaminación atmosférica se asocia con problemas de salud, incluyendo cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y diabetes. Recientemente, el investigador de ISGlobal Manolis Kogevinas y su equipo mostraron una asociación entre la exposición a la contaminación atmosférica antes de la pandemia y un mayor riesgo de enfermar gravemente por la covid-19. 

«Se ha demostrado que los contaminantes atmosféricos afectan a las respuestas inmunitarias», afirma Kogevinas, «así que en este estudio quisimos evaluar si la contaminación atmosférica también afecta a la producción de anticuerpos tras la vacunación contra la covid-19». La respuesta, en breve, es sí.

Anticuerpos: menos y más tarde

Kogevinas y sus colegas analizaron los datos de 927 participantes de la cohorte GCAT | Genomes for Life (entre 40 y 65 años de edad), que respondieron a cuestionarios y dieron muestras de sangre en el verano de 2020 (justo después del primer confinamiento) y en la primavera de 2021 (tras el inicio de la vacunación contra la covid-19).

«La contaminación atmosférica puede provocar una inflamación crónica, que se ha asociado a un efecto negativo sobre la eficacia de las vacunas», explica Carlota Dobaño, investigadora de ISGlobal y última autora del estudio, junto con Cathryn Tonne, también investigadora de ISGlobal. «Nuestros hallazgos coinciden con estudios que muestran que los contaminantes orgánicos persistentes reducen la respuesta a las vacunas en la población infantil», añade. 

El estudio no analizó si la menor respuesta a la vacuna conllevaba un mayor riesgo de infecciones posteriores, o una mayor gravedad de estas infecciones. «Sin embargo, nuestros hallazgos se suman al creciente conjunto de pruebas sobre los efectos adversos de la contaminación atmosférica, incluso a los niveles relativamente bajos observados en Europa occidental. También subrayan la necesidad de imponer límites más estrictos de contaminación atmosférica, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS)», afirma Tonne.