Le gusta la Cope, monseñor?, preguntaba muy educado, vestido de negro, como monseñor, Iñaqui Gabilondo en la entrevista especial que le hizo en Cuatro la otra noche a monseñor Ricardo Blázquez. Monseñor, muy educado, vestido de negro, como Iñaqui Gabilondo, se frotaba mucho las manos, y respondió al rato, como el que espera la confirmación del Espíritu Santo. Sí, me gusta. A los gobiernos del PP de Murcia y Valencia también. ¿Cuántas televisiones les han dado a los monseñores, obispos, curas, sacristanes y monaguillos? Un huevo. Sigamos con Gabilondo, con la entrevista al señor Blázquez. Quiere saber si monseñor justifica los latigazos que da su emisora. Y en particular, sin nombrarlo, Jiménez Losantos, ese varón virtuoso y ecuánime, ese gran humorista del comentario político. Monseñor, mirando al cielo por encima del cristal de sus gafas, no responde de frente, pero según entiendo es como aquellos jueces que comprendían a los violadores porque las tías violadas suelen llevar unas faldas que le sacan a uno el monstruo que lleva dentro.

Divino, monseñor. ¿La violada, monseñor, es la sociedad que eligió al Gobierno, el Gobierno mismo y sus leyes, todos? Sobre este gran humorista, otro de los premiados por la gaviota con televisiones digitales como el que mete en la tómbola y se lleva todas las chochonas, aunque no tenga armario para guardarlas, hablaba en Noche Hache la estupenda Concha García Campoy, tan guapa, tan lista, y decía que no se lo creía -a Losantos y sus monsergas-, que no puede ser verdad tanto disparate, que ahí sólo ve una estrategia comercial para que se hable de él. Sea lo que sea, este empresario, profesional de la ira, ha tenido suerte. Francisco Camps y Ramón Luis Valcárcel, en Valencia y en Murcia, han caído en las redes de su humor, y ahí están, retorciéndose de la risa por defender, perdonen que me vuelva para escupir sin bozal, la libertad. Libertad digital. Gestos como el de estos gobernantes son tan conmovedores y emocionantes como el que los médicos han puesto en marcha para ir resucitando poco a poco a Ariel Sharon, al que le aplican sonidos de guerra, que tanto le gusta. Hay criaturas que, siendo mis semejantes, parece que son de otra especie. No sé si la cocinera Carme Ruscadella, tres estrellas de la guía Michelín, es tan sensible, pero con los ojos tapados pasa la prueba que los malvados de Channel nº 4 le ponen delante. Distingue la empanadilla casera de la congelada. Yo distingo al David Meca original del imitado, sobre todo porque el falso David Meca nada en una bañera en el plató y Andréu Buenafuente, al final, cuando el nadador impostor ha luchado contra la medusa gigante, y ha vencido, le dice adiós, hasta otra, a ver si para entonces ya no pides dinero. Traduzcamos. Buenafuente llama a David Meca. David Meca dice que sí, pero cobrando. Buenafuente dice que lo invita, pero sin cobrar. David dice que no. Y Buenafuente coge a uno de sus actores y lo disfraza de Meca. ¿Qué empanadilla está más buena, la casera o la congelada?

Ah, se siente. Monseñor, ¿por qué la iglesia dice no a los curas homo y sí a los curas hetero, si los curas, todos los curas, han de relegar su sexualidad, algo así como qué más da que sea empanadilla casera o congelada? Ah, se siente, parece decir el monseñor con un asomo de incomodidad ante una pregunta tan impecable porque ante una reflexión de ese tipo no hay por dónde escabullirse, excepto que un monseñor que se frota las manos en general y mira al cielo en particular sea el que tenga que responder. Total, que Ali Agca, el matapapas, después de 25 años del intento, está en la calle. ¿Creará alarma social? Ya veremos. Pero creo que no. De ser así lo hubiéramos visto en Lo que inTeresa, el bonito regreso de la Campos. ¿Cuánto durará? Si hay que comer empanadillas, como diría Cruz y Raya, se come, pero que María Teresa Campos me las adorne como si me diera merluza fresca me resulta innecesario. Esta semana, guapa, la vimos aparecer después de que Cada día desapareciera. Se ha limpiado a su extensa nómina de chupacorazones ajenos. Bravo. Pero se ha abrazado a la ola del suceso. Allá donde huela a crimen, violación, disparo, robo, venganza y estropicio social, allá estará ella. Porque eso es lo que inTeresa. Claro que para conseguirlo, y ella, según dijo el primer día de su regreso, después de 16 años en televisión, sabe que el peor pecado de un programa es que aburra, ha de divertir a la gente. Bravo. Recapitulemos. Si se piensa divertir con un crimen es que hay que hacer del crimen un espectáculo, si se piensa divertir con la carne picada de una violación es que ésta se convierte en carne de pasarela, sea empanadilla casera o cogelada. Es decir, Lo que inTeresa no hará lo que se dijo el primer día. No vamos a hacer, dijo, lo que no aporta nada, lo que hiere por palabra, obra, u omisión. Habla como monseñor. Los de Mis adorables vecinos, que también han regresado a Antena 3, no se andan con tantos rodeos. Quieren tener la misma audiencia, o más, que Los Serrano, y como no es plan de enseñar la empanadilla cruda de sus actores lo que hacen es quitarle la camiseta a Carlos Baute, que no será un excelente actor, pero sí tiene un pecho con el que flipa Paz Padilla. ¿Qué pasa con mear en la ducha?, grita Mercedes Milá. Eso digo yo, qué pasa. No se lo grita a Carlos Baute, que lo único que hace es ducharse en la serie de los vecinos insoportables. Se lo dice a Sarita de Lucas. Qué placer verla expulsada de GH7, en la puta calle. Una histérica como este ejemplar necesita, señores del PP, televisión propia, una libertad digital para ella sola, o compartida con alguna empanadilla, da igual que sea casera o congelada, de Jiménez y todos los santos. Amén.

La marquesa

En el personaje de Eulalia Ayala de la Torre, dicho como sólo lo dice la actriz que lo encarna, la espléndida por repulsiva Ágatha Lys, en «Amar en tiempos revueltos», se resume el espíritu de una época. La marquesa es una aristócrata inculta pero con un sentido de la clase social que espanta. Agatha Lys está soberbia, y la serie diaria de TVE en un momento álgido. Hay que ver lo que ha pasado este país.

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