El pasado jueves, con motivo de la presentación de los dos nuevos libros de Avance Taurino, se tributó un homenaje al matador de toros valenciano Vicente Ruiz "El Soro", al cumplirse el 30 aniversario de su alternativa. Una efeméride digna de resaltar, ya que se trata de uno de los toreros más importantes que ha dado la historia de la tauromaquia valenciana.

Y es que la figura de Vicente surgió en un momento en el que el toreo en Valencia deambulaba por una senda mortecina. Llegado de la huerta valenciana, a pesar de la tosquedad de sus formas, su raza, su entrega y su arrolladora presencia en los ruedos no sólo despertó del letargo a los aficionados valencianos sino que contribuyó, durante una muy larga singladura, a vestir al toreo, de naranja y oro.

El del jueves fue el primero de una serie de merecidos reconocimientos que, mal que le pese a algunos, se van a llevar a cabo este año en forma de exposiciones, conferencias y publicaciones. Con otros, con iguales o menores merecimientos, se ha tirado la casa por la ventana. Vicente y su trayectoria merecen, al menos, el mismo trato.

La efeméride se cumplirá el próximo día 14 de marzo. Y es que tal día como éste, del año 1982, fue convertido en matador de toros en la plaza de toros de Valencia. Lo fue de manos de Paco Camino con Pepe Luís Vázquez de testigo de la ceremonia, ante toros de Torrestrella.

Los días previos al festejo se vivieron en medio de un extraordinario ambiente. En Foios, pueblo natal de Vicente, se vivía con pasión el evento y su peña taurina femenina le regaló el vestido blanco y oro que luciría la tarde de la alternativa. Luego, el día del acontecimiento, Valencia se vio invadida por el sorismo y por soristas llegados desde todos los rincones de la huerta. Se prodigaron las visitas a la Basílica de la Virgen para pedir por el torero. En el sorteo en los corrales del coso no cabía un alfiler. En taquillas, la reventa hizo su agosto ya que, después de muchos años, se volvió a colocar el cartel de "No hay billetes". La última ocasión en que sucedió un hecho parecido fue en 1964, en una corrida televisada en la que actuaron Pedrés, El Cordobés y El Viti.

Vicente se vistió en el Hotel Astoria y desde allí se desplazó a la plaza en un coche de caballos. Su cuadrilla aquella tarde estuvo formada por José Vicente Herrero y Francisco Bernal como picadores, y a pie, Curro Pérez, Manuel Montoliu y Rafael Guzmán. Sus apoderados eran los Camará junto con Emilio Miranda y Pedrés y de mozo de espadas llevaba, como hizo a lo largo de toda su carrera, a Antonio Tormo Choni.

El astado de la cesión fue Agraciado, marcado con el número 87 y que dio 520 kilos de peso en la báscula. Un toro de juego manejable al que Vicente cortó la que sería la primera oreja de su triunfal y exitosa carrera como matador de toros. El nuevo matador se mostró entregado, pasional y entusiasta toda la tarde y fue capaz de cortar otras dos orejas del sexto. Al final se lo llevaron por la puerta grande en medio del entusiasmo general.

Fue la primera de las muchas puertas grandes que abrió a lo largo de una triunfal trayectoria, que se vio truncada por una grave lesión que le obligó a abandonar los ruedos. Su última corrida tuvo lugar en Benidorm, el 8 de abril de 1994, actuando en solitario frente a toros de Sánchez Arjona, Hermanos Sanpedro, Alcurrucén, Torrestrella, Victorino Martín, Moura y Marcos Núñez, cortando siete orejas

A lo largo de su carrera intervino en un total de 85 novilladas y 692 corridas de toros, amén de un gran número de festivales, y durante más de una docena de años, Vicente paseó, con tanto orgullo como éxito, el nombre de Valencia por todos los ruedos de España, Portugal, Francia e Hispanoamérica, tomando parte como figura del toreo en todas las grandes ferias taurinas del que Gregorio Corrochano denominó como "el planeta de los toros".