Si en 2014 hablábamos de CES descafeinado, en el que los grandes avances digitales brillaron por su ausencia, este año nos encontramos ante el evento tecnológico más sorprendente de los últimos tiempos. Y no es que haya sido sorprendente por los grandes anuncios „que no los ha habido„ ni por las grandes revoluciones tecnológicas presentadas „que ni se las vió aparecer„. Pero es que este ha sido el año en el que todos „o casi todos„ los grandes se han puesto de acuerdo para conectar todos y cada uno de los elementos de nuestra vida.

Efectivamente. Eso es. Todo va a estar conectado. De repente muchas películas de ciencia ficción que todos tenemos en mente empiezan a cobrar vida. Ya no basta con que tengamos un teléfono inteligente, un televisor inteligente y una tableta inteligente „léase smart„. Ahora las básculas son inteligentes, también la vitrocerámica, la batidora, el reloj, el coche, las joyas, los vasos, la nevera, el horno y hasta el cepillo de dientes es smart „léase inteligente„.

De todo lo visto en el CES 2015 lo más sorprendente, más allá de los televisores del futuro „curvos y con ultra alta definición„ o de los cochazos de ensueño „el de Mercedes ha roto esquemas„, lo más sorprendente ha sido posiblemente los pequeños objetos que han pasado de ser cotidianos a inteligentes „o smart„. Así es como se ha podido ver una regadera de siempre convertida en un auténtico prodigio de ingenio y tecnología. O cómo el monopatín da uno de los saltos más esperados de la historia convirtiéndose en un aerodeslizador, digno del mismísimo Marty McFly.

Desde dispositivos capaces de monitorizar el sueño de toda la familia e informarnos de cuándo se despiertan los pequeños hasta cargadores de inducción que prometen tener todos nuestros gadgets siempre a punto sin necesidad de cables, en el CES de este año se han visto hasta camas inteligentes que nos dicen si nuestro sueño es reparador o es sencillamente un tortuoso camino por el mundo de Morfeo.

Ropa inteligente, ordenadores ultrafinos e inteligentes, ratones inteligentes, auriculares inteligentes... Tan solo se ha echado en falta algún sistema inteligente para compatibilizar todos esos dispositivos smart. Y es que, querido lector, lo que nos aguarda es un año lleno de dispositivos que se van a gestionar cada uno desde su propia aplicación, lo que va a convertir nuestros móviles en una especie de jungla de apps que no se comunican entre ellas y que va cada una por su lado. En mi opinión, algo muy poco inteligente. O smart.