â€?Una de cada cuatro parejas formadas después de 2005 se ha formado por un encuentro en la red, no sólo gracias a 'apps' de contacto sino por reencuentros de viejos amigos a través de las redes sociales, según un estudio de la universidad de Stanford realizado en Estados Unidos. Aplicaciones como permiten a los usuarios establecer conexiones nuevas que, de otra manera, serían imposibles de concebir. Esta aplicación da más de un millón de citas en todo el mundo, y aunque ha revolucionado la manera de ligar no ha cambiado las relaciones de género, afirma Ana González Ramos, socióloga e investigadora del IN3 de la UOC: «Las mujeres aún se comportan condicionadas por el concepto de amor romántico, confían en que las relaciones amorosas deben ser duraderas, centradas en la familia y el cuidado mutuo. Los encuentros ocasionales son una fase inicial de la relación, que debe culminar en una relación estable».

Ocho de cada diez mujeres españolas solteras afirma creer en el amor verdadero y el 70% confía en encontrarlo en aplicaciones en línea, según datos de otra de las webs de contacto más importantes del mundo. El 56% está buscando una relación a largo plazo y una de cada cinco confiesa estar buscándola activamente. Al contrario del 11%, que afirma que una relación seria no está en sus planes ni ahora ni en un futuro. «La libertad sexual de las mujeres aún arrastra consecuencias sociales, juicios morales que las penaliza. Esto retroalimenta la idea de que deben buscar relaciones estables que respondan a las expectativas sociales asociadas a los roles del amor romántico», añade Ramos. Para la experta, estos ideales del amor romántico siguen reproduciendo las relaciones de subordinación de las mujeres.

Los comportamientos que tienen hombres y mujeres dentro de este tipo de aplicaciones también son distintos. Una nueva página de contactos afirma que ellos suelen visitar los perfiles de otros usuarios tres veces más que las mujeres y se muestran un 40% más dispuestos a iniciar el primer contacto tras visitar un perfil: «Ellas siguen comportándose más tímidamente, están interesadas en características diferentes a las que interesan a los hombres: dan mayor importancia a la edad, el nivel educativo y el salario de la pareja».

El uso de este tipo de tecnologías en la vida cotidiana y la busca hedonista del amor han contribuido a una mayor libertad de elección para las mujeres. «Las mujeres muestran expectativas más exigentes respecto a sus parejas como resultado de su emancipación, mayor conciencia de sí mismas y determinación en perseguir sus propias expectativas», considera Ramos.

Relaciones más sólidas para las parejas en línea

Economistas de las universidades de Essex (Reino Unido) y Viena (Austria) publicaron un estudio en octubre de 2017 en el que evaluaron a diecinueve mil matrimonios celebrados entre 2005 y 2012. Concluyeron que las uniones que resultaron de citas en línea son mucho más sólidas que las surgidas en el escenario tradicional. Para Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, las personas que se han conocido en la red han llevado a cabo, normalmente, un proceso de búsqueda y selección muy intensivo, hasta encontrar los perfiles con los que creen que se sentirán a gusto: «Si una vez se ha entrado ya en la relación se puede hacer el clic afectivo-emocional (físico), entonces la situación de conocimiento mutuo, el punto de partida de la relación, está mucho más avanzado, más maduro, que en las parejas que se conocen en otras circunstancias».

Otra de las conclusiones es que gracias a las aplicaciones se generan relaciones más heterogéneas, ya que la influencia del individuo supera su círculo social, lo que le permite conocer personas que no pertenecen a él. «Son una oportunidad para transgredir las relaciones patriarcales, especialmente para las mujeres que se sienten atrapadas en las normas sociales o limitadas por un pequeño círculo social. Permiten ampliar las posibilidades y ampliarlas a contextos más heterogéneos, y significan una ventaja para aquellos individuos aislados geográfica o socialmente», explica González Ramos.

Muchas opciones, pocas elecciones

Tinder acumula en sus seis años de vida más de 20 billones de coincidencias o matches entre usuarios. «Esta aplicación hace muy consciente al usuario de la posibilidad de escoger. La sensación de poder buscar y elegir puede paralizarlo o incapacitarlo para tomar una decisión», alerta Núñez. De hecho, según la neuropsicóloga Helen Fischer, nuestro cerebro solo puede escoger entre cinco y nueve alternativas diferentes. Más allá de esto, existe una «sobrecarga cognitiva» que comporta que finalmente no escoja nada.

Amor lento y efecto fantasma: lo que ofrece Tinder

El fomo, el temor a perder «oportunidades amorosas» al escoger a una u otra persona como pareja, es básico en esta aplicación. Este miedo aumenta el éxito de la aplicación y repercute en las formas de emparejarse. «La facilidad de escoger debilita la necesidad de vínculos fuertes, hace innecesarios protocolos muy largos de relación y afecta al proceso de seducción», afirma Núñez. Este tipo de aplicaciones permiten, por un lado, el amor lento, jugar a la ambigüedad de sentimientos con la otra persona o personas ante la duda de escoger, entre el miedo a la soledad y el temor a crear demasiada intimidad, y, por otro lado, lo que se conoce como efecto fantasma: desaparecer de la relación sin tener que lidiar con el dolor del otro. Según el sociólogo de la UOC, las páginas de contacto impulsan este tipo de emparejamiento basado en la autosatisfacción, la libre elección, la autorrealización y la felicidad.

Aunque las tecnologías han ayudado en ciertos cambios sociales, aún queda mucho por recorrer. «Las mujeres acaparan el mismo grado de atención que los hombres en el mercado de las aplicaciones para encontrar pareja, pero los roles de género se siguen reproduciendo material y simbólicamente siguiendo pautas de dominación masculina», concluye González Ramos.