Las elecciones pasaron y con ellas y su resaca del día siguiente se acabó el mes de abril con ligeras variaciones en el afecto de los ciudadanos hacia las parrillas televisivas. Las posiciones en el ranking de audiencia se mantienen, con Telecinco y Antena 3 en cabeza, pero ambas con unas décimas menos de cuota de pantalla, las que han ganado La 1 y La Sexta, gracias al seguimiento de la información política. El éxito del debate en Atresmedia no benefició por igual a las dos cadenas donde se emitió y no ha compensado en Antena 3 el descalabro de la serie «45 revoluciones», el mayor fracaso de ficción de los últimos años en la casa.

El 28-A confirmó a Ferreras y a sus colaboradores como los favoritos para seguir el minuto a minuto en caliente. En el tramo del prime time superó los cuatro millones de espectadores con un 20,7% de share. Antes, «Liarda Pardo» fue récord de temporada, como lo fueron el lunes «Al Rojo Vivo», las noticias de Helena Resano y «El Intermedio». La buena noticia para La 1 es que, lejos de alcanzar a los de La Sexta y recuperar la gloria informativa que algunos aún recordamos, mejoró respecto a anteriores citas electorales. El especial conducido por Ana Blanco y Carlos Franganillo, muy celebrado por su innovadora realización, consiguió un 11,5% de cuota. A Telecinco le fue bastante bien en relación a las pobres expectativas: con un 8,2%, superó a Antena 3. Sandra Golpe se dio un batacazo en una especie de sesión de terapia en un corro de sillas. En À Punt el arrastre de las autonómicas no ha servido para apuntalar las cifras conseguidas en marzo con las Fallas, a pesar del buen resultado de su programa del domingo que se prolongó hasta la madrugada por el tardío recuento de las papeletas a las Corts.

El florido mayo comienza sin emoción con el huracán «Supervivientes». El día de las elecciones estaba anunciado el «Conexión Honduras» a las 23:30 y no empezaba por el retraso de las valoraciones de Pedro Sánchez, Pablo Casado y Albert Rivera, quienes se esperaban agazapados y acabaron saliendo a la vez. Los seguidores del reality estaban más que hartos, a tenor del vocabulario con el que exigían el fin del análisis político. Los fanáticos del culebrón en la playa no deben preocuparse, no sufrirán más interferencias; los comicios europeos y municipales no despiertan tanto ardor televisivo.