El avance de la investigación y la tecnología ha permitido mejorar en gran medida nuestro conocimiento del océano y sus recursos naturales. No obstante, aún quedan ecosistemas por explorar. Uno de ellos es el mesopelágico, la zona comprendida entre los 200 y 1.000 metros de profundidad. Según investigaciones recientes, la biomasa de peces en esta zona podría ser de 10.000 millones de toneladas, cifra 10 veces mayor que la de todos los demás peces juntos, lo que los sitúa como el mayor y último recurso vivo que la humanidad aún no ha explotado.

Pero, ¿qué especies componen esta comunidad? ¿Qué posibilidades ofrece su explotación? ¿Cómo afectaría a otros organismos y ecosistemas? ¿Qué efecto tendría sobre el cambio climático? Para responder a estos interrogantes, el centro de investigación AZTI coordina el proyecto Summer, iniciativa que busca conocer mejor la comunidad mesopelágica, así como las oportunidades y riesgos que plantea su explotación.

En concreto, el proyecto establecerá un protocolo para mejorar la precisión de las estimas de la biomasa de los peces mesopelágicos y cuantificará los servicios ecosistémicos que puede proporcionar, es decir, el conjunto de beneficios que se derivan o pueden derivarse de estos organismos como, por ejemplo, fuente de alimento para la acuicultura o su función tanto en la cadena trófica como en la regulación del clima.