La industria relacionada con el sector turístico mueve miles de millones de euros cada año a lo largo de todo el mundo. Este potencial económico ha provocado que se convierta en una temática idónea para el desarrollo de fake news o noticias falsas. El objetivo de sus creadores: modificar o condicionar los desplazamientos turísticos hacia determinadas zonas.

Durante el año 2018 España batió su récord de turistas recibidos, con 82,6 millones de visitantes internacionales (9,2 millones en la Comunitat Valenciana), que suponen una importante cuota económica para el país. Sin embargo, esas cifras pueden oscilar de un año a otro por culpa de determinadas informaciones sesgadas, fake news, publicadas de forma interesada. Detrás de ello, por supuesto, suele haber intereses económicos para atraer a los turistas a otros destinos, o para inducirlos a que visiten nuestro país.

La megaerupción del Teide en Canarias

Así, por ejemplo, en el año 2018, los tabloides británicos aseguraron, justo antes de la campaña de verano, que había un riesgo real de que se produjera una gran erupción volcánica -"megaerupción" fue la palabra elegida - en las Islas Canarias. Estos periódicos sensacionalistas asociaban la noticia con imágenes del volcán Kilauea de Hawái, que precisamente acababa de entrar en erupción, y argumentaban que se habían detectado 270 terremotos de baja magnitud en apenas una semana en el archipiélago canario.

Sin embargo, estas afirmaciones no se encontraban avaladas por ningún experto en la materia. Si bien eran ciertos los sismos detectados, que apenas notó la población, los especialistas del Instituto Geográfico Nacional (IGN) desvelaron posteriormente que el riesgo de una megaerupción no existía en absoluto. Las informaciones de los tabloides eran fake news interesadas que seguían el esquema de la mentira.

El tiburón de Benidorm

Algo parecido ocurrió este último verano con los mismos protagonistas de por medio, los tabloides británicos. Un conocido diario sensacionalista publicaba en su portada que un tiburón había atacado a un niño de 10 años en las aguas de Benidorm. El tema iba incluso en portada e ilustrado con un fotomontaje que recordaba a la famosa película "Tiburón", de Steven Spielberg, en la que un gran tiburón blanco pone en jaque a una población costera.

Nada tenía que ver con la realidad. Sí que era cierto que un niño británico requirió atención sanitario por un mordisco de un animal acuático. Pero el causante no había sido un tiburón. Ni siquiera un pequeño escualo. El principal sospechoso: un pez de gran tamaño como, por ejemplo, una barracuda o un golfar. Pero la prensa sensacionalista ya había hecho correr las fake news y para muchos lectores Benidorm se podía convertir en un lugar al que no ir a disfrutar de la playa, porque supuestamente te podía atacar un gran tiburón.

Coche bomba en Egipto

Los ataques de las fake news no van dirigidos solo hacia los emplazamientos turísticos españoles. Por ejemplo, en agosto de 2018, el objetivo fue Egipto. Si bien las condiciones de seguridad en el país de los antiguos faraones no son las mismas que en los años 90 o en la primera década de este siglo XXI, los últimos años mostraban que su potencial turístico se iba estabilizando y recuperando posiciones. Sin embargo, en 2018, determinadas agencias y medios difundían la explosión de un coche bomba en el distrito de Dokki, en El Cairo.

La información iba acompañada de una fotografía de un vehículo en llamas que, unida a la imagen de inestabilidad de la zona que impera en la mentalidad occidental, daba total verosimilitud a la noticia. Eso sí, en el texto se hablaba de "heridos" sin detallar el número.

La realidad no era tal como se narraba. El incendio del microbús había sido provocado por un accidente que nada tenía que ver con una bomba o un atentado, pero las fake news habían vuelto a generar el temor a viajar a El Cairo en esas supuestas circunstancias.

El caso positivo de Noruega

No solo hay fake news turísticas que buscan menoscabar la reputación de un determinado destinos. También las hay que sirven para potenciar de forma positiva al lugar protagonista de la noticia. Ese fue el caso de Sommarøy (Isla del Verano), en el norte de Noruega. Hasta este verano poca gente más allá de este país nórdico conocía su existencia. Sin embargo, durante unos días esta isla se hizo famosa en casi todo el mundo cuando más de 1.400 medios difundieron su intención de ser el primer lugar del planeta en que se aboliera el concepto del "tiempo".

Algunos de los medios de comunicación internacionales más prestigiosos se hicieron eco de esta supuesta noticia. Una semana después, los responsables de la campaña, ante el éxito de su iniciativa, reconocieron que se trataba de fake news. En Sommarøy sigue habiendo relojes y sus habitantes también se fijan en las horas para realizar sus quehaceres, como en el resto del planeta. Pero, a diferencia de antes, millones de personas en todo el mundo conocen ahora que existe y, gracias a las imágenes difundidas con la información en su momento, también saben que Sommarøy puede ser un lugar digno de ser visitado en un futuro viaje.

Viajar donde las "fake news" quieran

J. Angel Castaños, profesor de comunicación y diseño periodístico de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

comunicación y diseño periodístico

Viajar, moverse, descubrir parece algo innato al ser humano. Las motivaciones pueden ser bien diversas, pero lo bien cierto es que el turismo se ha consolidado como un sector industrial desde hace más de un siglo. En menos de veinte años y gracias a las redes telemáticas ha aparecido una "agencia de viajes" frente a nuestros ojos en forma de ordenador, tableta o móvil que a menos de tres clics nos lleva a nuestro próximo destino. Sin pensar muchas veces en las consecuencias -por citar algunas- de gentrificación o la huella de carbono que se pueden derivar, viajar es una "commodity".

Para los ciudadanos de a pie viajar es muchas veces la huida de la rutina. Y a pesar de lo que el gran viajero y aventuro Thor Heyerdahl -el gran héroe noruego de la Kontiki- decía: "el cielo y el inferno viajan con nosotros", buscamos con la distancia una válvula de escape.

Entre aquellos que viajan los hay desde los que preparan con precisión casa detalle, hasta los que dejan en manos de un tour operador la ruta. Tanto para unos como para otros la seguridad es el requisito indispensable. Viajamos para escapar de los problemas, no para encontrar nuevos y con el deseo de volver para preparar nuestro próximo viaje. Es aquí donde una buena información nos ayuda a tomar decisiones razonadas de nuestros destinos. Y es también en el campo de la información donde las "fake news" lanzan su semilla. Cualquier "noticia" que afecte a la seguridad de la zona que queremos visitar en forma de catástrofe natural o provocada por el ser humano hará que nuestro sentido común, al menos, sopese la idoneidad del desplazamiento.

La razón que subyace en la intoxicación informativa suele ser la guerra comercial de los diversos destinos. Destruir la reputación sobre la seguridad de un destino no aplaca nuestro deseo de viajar. Pero nos lleva a buscar otro lugar más seguro. La realidad así lo demostró con la bajada de turistas a los países afectados por los conflictos de la Primavera Árabe. Visto que la verdad tiene esos efectos, algunos buscan con la mentira lograr el mismo resultado.

Hay casos, los menos, en los que las falsas noticias no explotan los puntos negativos de un destino, sino que potencian las falsas bondades del destino propio. Estas acciones nadan entre las "fake news" y una política de márketing de malas prácticas.

Como el agua en un cesto de mimbre, estas "fake" son difíciles de amortiguar en el intrincado mundo de las redes sociales. La buena praxis periodística, que basa sus informaciones en fuentes fiables y contrastables -como en este caso suele ser las recomendaciones del Ministerio Asuntos Exteriores, debería ser una barrera de contención que ayude a los ciudadanos a tomar decisiones razonadas sobre su próximo destino y evitar viajar donde las "fake news" quieran.