Niños disfrazados, calabazas, dulces, música y hasta fiestas en discotecas. Quién diría que es 31 de octubre, la noche de difuntos. Y quién le iba a decir a nuestros padres y abuelos que en lugar de constricción, la víspera de Todos los Santos se iba a convertir en una fiesta. Y una fiesta cada vez con más sabor americano, alejada de las tradiciones de la festividad de Todos los Santos.

Si hace 70 años a alguien se le hubiera ocurrido disfrazarse y salir a la calle la noche de difuntos al grito de 'truco o trato' posiblemente lo hubieran mirado como a un bicho raro. Es probable que hasta hubiera tenido problemas con la justicia por conducta inapropiada. En un país marcado por una larguísima sombra de tradición católica, resulta sorprendente ver la velocidad a la que se han consolidado las tradiciones anglosajonas. Impulsado por la industria cinematográfica y todo su folklore, Halloween ha llegado a España, y también a la Comunitat Valenciana, para quedarse. Ni noche de difuntos, ni víspera de Todos los Santos. La noche entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre es Halloween y así es como la conocen los adolescentes y los niños. Los colegios organizan fiestas de disfraces y han adoptado las costumbres de esta fiesta de gran arraigo en EE UU.

Las calabazas perforadas e iluminadas y los dulces o chocolatinas han apartado a los dulces típicos de estas fechas. Pocos niños preferirán un panellet o un Huesito de Santo si pueden elegir una chocolatina al grito de 'truco o trato'. Ni hablar de los buñuelos de viento que preparaban nuestras abuelas en época de constricción y austeridad. De estos postres hechos a base de harina, agua y en el mejor de los casos almendra y piñones a tartas y pasteles con formas terroríficas llenos de colores.

Nada que ver con la vigilia de antaño.  Antiguamente se respetaba una rígida vigilia con abstinencia de carne el día 31. Al ser la víspera de Todos los Santos, las familias se reunían rezar por los familiares fallecidos.